Epifanía Núñez, la artista que revaloriza la cultura ancestral

Las figuras, los colores, las formas. La naturaleza misma y toda una cultura  están impregnadas en su obra. La escultora que eligió a los pueblos nativos para definir un estilo, habla sobre sus creaciones, la pérdida del patrimonio local, y la necesidad de revalorizar la cultura ancestral en estos tiempos.

Escribe Antonella Sánchez Maltese – PUENTE ALADO


Nació en Formosa, y en medio de una búsqueda interna Epifanía sintió que La Rioja era el lugar donde tenía una misión. Hasta acá llegó. Investigó, viajó, capacitó, observó. Y desde entonces se afincó en nuestra provincia.

“Soy una trabajadora apasionada del arte, realmente amo lo que hago y puedo decir que toda mi vida me dediqué a esto. No hice otra actividad desde que tengo uso de razón”, dice cuando le pedimos que se autodefina.

Es artista plástica, ceramista y escultora. Estudió artes visuales, para lo cual debió trasladarse desde su provincia a Corrientes, y desde ese primer desarraigo nunca paró de moverse por el país hasta encontrar su lugar: La Rioja.

Epifanía, en búsqueda de la artista

“Tuve una búsqueda intensa para definirme como artista, no sabía bien qué era pero sabía que tenía que ver con la cerámica”, recuerda. Y en esa búsqueda indagó en la arqueología.

Cuando vivía en Formosa ya visitaba las comunidades indígena (wichis, tobas), buscando material para trabajar, atraída por sus artesanías. 

En Rosario, donde vivió un tiempo, conoció a quien la ayudó a llegar al camino de la cerámica finalmente. Ese artesano se convertiría luego en su compañero.

Y desde entonces recorrió todo el país investigando sobre la cerámica indígena. “No dejamoso ni un hueco sin experimentar, ni un museo sin poder visitar e intercambiar con los arqueólogos”, destaca la artista.

El valor ancestral

“Me siento muy identificada con la temática indígena, siempre reconozco la sabiduría que ellos tenían”, remarca como si no resultara una obviedad para quien mira su obra.

“Creo que tenemos que aprender el respeto por el ser, por el todo, porque somos parte de un todo y no somos consciente de eso. No somos nosotros, el ser humano, lo más importante como creemos ahora, que somos todopoderosos, que podemos cambiar, modificar y hasta destruir la naturaleza”, reflexiona sobre esa cultura ancestral que eligió como marca registrada de su obra.

Y en esa reflexión Epifanía hace un llamado a “respetar al planeta en su conjunto”.  “Es lo que trato de inculcar con mi trabajo, creo que mi misión está acá, con mi obra”, sentencia.  

La obra. El público  

De lejos se puede reconocer la obra de Epifanía Núnez. Las formas y los colores delatan la intención por rescatar la cultura ancestral.

“Trabajo varias líneas, y dentro de esas están las vasijas, los botijos, los pucos, cazuelas y pipas. Soy escultora nata así que siempre tiendo por las formas escultóricas en mi obra, lo antropomorfo, lo zoomorfo”, resalta.

Como artista plástica utiliza esa técnica y materiales para hacerlo más abstracto. Además tiene grabados y dibujos. Su obra también expone madera y hierro, que pueden verse como complementos de la cerámica en cuadros y murales.

“Yo creo que un velador no es una simple artesanía, y cuando veo que puede tener una utilidad además de ser una obra artística, es el complemento perfecto, es hermoso”, asegura.   

Crea con la naturaleza, esa que tanto reivindica. Con pico y pala extraen del cerro la arcilla en cascote. Los pigmentos son naturales, excepto algunos industriales que también utiliza.

Para Epifanía, cada obra es un trabajo que nace de las entrañas.

“Si bien trato de mantener las técnicas, las formas ya están recreadas en general. Pero cada vez que yo me siento a trabajar no nace una sola escultura, sino una tanda, porque son estados con los que trabajo, y están bien diferenciados esos momentos”, explica.

Y pone el acento en esa creación especial: “No puedo largar una obra que me genere un cosquilleo me produzca esa emoción, no me permito largar una obra porque sí”.

La artista asegura que ese proceso de creación tan genuino tiene ese impacto. “Yo siento que llego al público, que sienten una emoción, que es la misma que siento yo cuando la creo”.

Y una de las series más entrañables para ella es la que habla de la familia, de las embarazadas, la madre y los niños.

El patrimonio

Pese a ser una de las artistas que más revaloriza la cultura de los pueblos originarios, con tanto legado en nuestra provincia, en La Rioja no hay murales ni esculturas de Epifanía que visibilicen esa historia.

“Presenté varias propuestas pero hasta ahora no se aprobaron. Yo siempre representé a La Rioja en distintas oportunidades, y sería un honor para mí dejar una impronta”, asegura.

Desde que llegó a la provincia trabajó mucho en el interior, con investigaciones, rescate de técnicas y capacitaciones. Eso le permitió conocer el patrimonio local, tan valioso. Y quizás desvalorizado.

“Creo que el patrimonio está descuidado, no solo acá, en todo el país. No podemos permitir que se pierda esto, no se puede desperdiciar. En toda la provincia hay una riqueza arqueológica enorme, y es tierra de nadie”, sentencia.

Epifanía se siente riojana, ama los paisajes, y esta tierra le dio también un hijo.

“Mi arte es una forma de aportar a la cultura ancestral. Muchas veces me pregunté qué hago yo acá, en La Rioja, y esa es un poco la explicación. Sé que es un granito de arena, pero es mi misión, y se lo digo a mis alumnos en las capacitaciones: este arte es una cosa valiosísima, por el significado, aunque ustedes hoy no lo vean”.