La bailarina riojana reivindica la disciplina como una herramienta para explicar el mundo y descubrirse individualmente. En esta entrevista charlamos sobre el nivel y las políticas que tiene la danza en la provincia, la importancia de la enseñanza, sus proyectos y la influencia de su madre Silvia Zerbini en este camino.

“Yo lo explico todo desde la danza”, dice Isadora Zerbini apenas arranca la entrevista. De entrada no nos permite dudar sobre el significado que tiene para ella la disciplina, de la cual se convirtió en referente desde hace un tiempo e hizo de su práctica un oficio casi innato.

La abordamos minutos antes de que empiece el taller de “Danzas afroamericanas”, que dictó durante el mes de abril en Casa Güemes, donde habitualmente brinda formación a personas que quieran adentrarse al mundo de la danza. Con ropa cómoda, lxs participantes que van llegando la esperan ansiosxs para entregarse al movimiento.

Escucharla ayuda a entender cómo el arte puede determinar a una persona, a tal punto que su vida esté atravesada de principio a fin: Volver a sus orígenes, redescubrirse o encontrarse y entender el mundo tantas veces complejo a través del arte, es quizás una virtud.

Un camino temprano

Isadora nació en una familia marcada por el arte, y más precisamente por la disciplina que luego eligió como forma de vida: la danza. Claro que no es azarosa su elección. Es la hija de la reconocida bailarina y directora del Ballet Folclórico Nacional, Silvia Zerbini, y tiene tan naturalizada la influencia de su madre casi como la danza metida en el cuerpo.

Tiene dos hijos y ella sola se autodefine: “Nací en la danza y desde la danza. A través de ella he re descubierto mis raíces y bailando trato de revalorizar esas raíces”.

  • Puente Alado: ¿Cómo empezaste este camino?
  • Isadora Zerbini: Siempre me gustó todo lo que fuera movimiento. Tuve una infancia muy pobre por la cuestión económica, pero muy alegre y feliz acompañada de mi abuela, madre y cuatro hermanos. En Villa Allende donde vivía, en la casa de mi abuela en el medio del campo yo veía la tele y me gustaba el patinaje y gimnasia artística. Sí tuve clásico, contemporáneo, español, con las amigas de mi mamá. Pero siempre quería más. Ahorraba australes porque mi sueño era ir a estudiar a Francia con Maurice Béjart, y también a México.

Toda la vida bailé, y desde chica hacia actuación también. Cuando me voy a vivir a Chilecito entro al Polivalente y hago formalmente danzas folclóricas argentinas, con profesoras hermosas. En ese interin, cuando tenía 14 años me decidí por la danza latinoamericana, siempre de la mano de mi mamá.

Siempre me gustaron los ritmos que tenían tambor, y a los 16 años conocí a mi  papá, peruano. Me enteré que mi abuela era jamaiquina, y ahí me redescubro con mi otra parte. Descubro por qué me llamaba tanto la atención lo afro americano, porque a mí me gustan todas las danzas, pero lo afro y los tambores me tiran. Cuando terminé el secundario me fui a estudiar a Perú y estuve tres años formándome en todo lo que encontraba. Cuando volví a la Argentina empecé a estudiar en el profesorado Danzas Argentinas, y abandoné cuando me quedé embarazada.

  • PA: ¿Cuándo y por qué decidiste empezar a enseñar?
  • I.Z.: Cuando volví a la Argentina, en Vichigasta puse mi propia escuela y empecé a dar clases de latinoamericano, pero seguía formándome permanentemente. Es una constante aprender, y enseñar, porque me gusta mostrarle a la gente lo que yo voy aprendiendo. Y en todo este camino mis hijos y mi madre siempre de la mano.

Recibir y dar

Actualmente Isadora estudia en Buenos Aires la tecnicatura en Arte Escénico Cubano, y paralelamente dicta talleres particulares en distintas provincias. Además enseña en la carrera de Danza, las materias Producción escénica y Maquillaje artístico, y es docente de “Danzas latinoamericanas” en la municipalidad de Chilecito.

  • PA: ¿Por qué un taller de danza afroamericana?
  • I.Z: Un día Mercedes (Aballay) me invitó a dar un ciclo, una vez al mes. Y yo le propuse que sea de danzas afroamericanas porque le expliqué que la base de la mayoría de las danzas latinoamericanas, por más que sea una sincretización, un mestizaje de culturas como la europea, africana (que nos viene con la colonización), y la nativa, casi todas tiene en su mayoría, afro. Y como mi fuerte es lo peruano, ese país es cuna de muchas danzas, surgió el taller.
  • PA: Está clara cuál es tu entrega a la danza. Ahora ¿qué te brinda la danza a vos?
  • I.Z: Bailando yo descubro lo que soy. La danza no fue la misma cuando me casé, cuando tuve mi primer hijo, cuando perdí mi segundo hijo, y no fue la misma cuando tuve el tercero. Redescubro desde la danza, veo hasta donde llega mi cuerpo, qué expresa. Si tiene más o menos vuelo en el movimiento.
  • PA: Tu relación con la danza viene dada desde la infancia prácticamente. ¿Qué pasa cuando alguien no la practica o estudia siendo chica o chico? ¿Puede llegar a conectarse desde un lugar más profundo?
  • I.Z: Yo creo que la danza te posibilita aceptarte a vos misma. Te hace conocer tu cuerpo, tomás conciencia de la respiración, del esquema corporal, del espacio, del otro, de hasta dónde sos capaz de llegar física y virtuosamente hablando. Te ayuda a saber que hay un más allá, que no hay límites, y te ayuda a respetarte y respetar al otro. Con la danza te das cuenta que el trabajo no tiene que ser aburrido. Y que podés rescatar tus raíces, algo de lo tuyo en lo familiar, en lo popular, en la historia social. Cuando tomas conciencia de la pelvis, todo cambia (Risas). Y en realidad es muy cultural. Los profes me dicen que en Cuba cuando escuchan música, por más que vayan caminando en la calle, se empiezan a mover.

El año pasado Isadora junto a un gran elenco de distintas disciplinas artísticas realizaron la obra “Aznar en danza”. Ella descubrió que ese intérprete que tanto admira le movía hasta las entrañas, y decidió rendirle un tributo. Lo investigó, y articuló varias disciplinas del arte para llevar adelante el proyecto que ahora empezará a moverse por varias provincias.

  • PA: ¿Cómo ves el nivel de la danza y las políticas de fomento que tiene la disciplina en La Rioja?
  • I.Z: Me asombra y admiro mucho cómo la Capital de La Rioja sostiene lo artístico. Suceden muchas cosas, hay y salen muy buenos bailarines de acá, y es admirable y me encanta que suceda en mi provincia, a mí me da orgullo. Creo que desde lo institucional y lo individual, desde los espacios colectivos, es muy grande la movida, y tiene un muy buen nivel de danza contemporánea, clásica, folcloórica y tango.

Me asombra que desde el gobierno se le dé tanta bolilla, no sé si es porque ahora hay personas como Pini (Herrera), o Anita Baldo y un súper equipo que son de la disciplina. Por ejemplo que La Rioja no haya perdido nunca la delegación en Cosquín, ni la sede. Y el profesorado de la Rioja tiene muy buen nivel, tiene la tecnicatura, y no todas las provincias lo tienen. Y lo que está sucediendo en la Costa con Virginia Hansen también lo tiene.

  • PA: Y en Chilecito, donde vos vivís y enseñas ¿pasa lo mismo?
  • I.Z: En Chilecito no se ve lo mismo. Creo que no tiene un buen nivel de danza, y lo digo con tristeza, pese a que soy de allá. Y siempre me indago como docente, porque estoy trabajando en la municipalidad, doy talleres de danzas latinoamericanas gratis, pero la gente va y lo toma como un hobbie. Y ojo que hay movida, porque están las escuelas municipales de arte también, pero el nivel no es el mismo que el de La Rioja.
  • PA: Sería ingenuo pensar que tu mamá no tuvo nada que ver en tu elección de la danza ¿no?
  • I.Z: Mi mamá lo es todo en mi vida. Antes de hacer cualquier cosa le consulto a ella, y considero que en mi vida y en la danza no necesito, ni he necesitado, otro maestro más que ella. Es la única que logra que salgan cosa nuevas cada día, y cada vez que me enseña a bailar. No te voy a decir que es liviano, y lo noto más ahora que es la directora del Ballet Folclórico Nacional. Sin embargo debo decir que jamás la invoqué a ella para llegar a un lugar. Pero si bien la constancia y el estudio valen mucho, también es cierto que sin el apellido no sé si hubiera sido lo mismo. Y sé que abrió muchos caminos.

Es muy fresco compartir cosas con ella, desde la crianza de mis hijos, hasta con quién debo seguir capacitándome.

No quedan dudas que Isadora vive por y para la danza. Alterna sus días entre capacitarse, y capacitar a otras personas que quieran experimentar en el cuerpo, literal, el movimiento.

Aclara que la finalidad de los talleres que dicta “la pone cada uno”. Su objetivo, es claro: “Mi intención es que bailen, y que sepan lo hermoso que es la danza latinomericana, que todos somos capaces de bailarla. Pero también que conozcan su historia, porque la danza tiene su característica en cada lugar. Cada uno bailando puede ser uno mismo, y a la vez podemos ser todos la misma cosa”.-