¿Es necesario un Salón de Pinturas? Tal cual como está ahora diría que no, pero políticamente no conviene perder más espacios para la expresión de las artes visuales, perder visibilidad y menos que menos perder presupuesto. No voy a discutir el trabajo inmenso de Victor Quiroga, su trayectoria, su presencia, lo que representa. Pero su obra ganadora del primer premio, a mi entender, carece formalmente las condiciones de un primer premio. Supongo que primó la presión de la adquisición patrimonial.


Para los que no lo saben un “Salón de Pintura” es una especie de concurso, en donde los artistas interesados presentan sus obras a un jurado calificado para ser seleccionados, exhibidos, premiados. Las reglas son claras, las dos partes acuerdan. El Salón tiene una larga trayectoria en la provincia. Remonta a 1950 con el Primer salón Nacional de Arte Joaquín Víctor González, como todo evento cultural tuvo largos periodos en los que  dejó de hacerse. Desde 2005 se retoma y el actual vigente es “Regional” lo que permite la participación de artistas del NOA.

¿Es necesario un Salón de Pinturas? Tal cual como está ahora diría que no, pero políticamente no conviene perder más espacios para la expresión de las artes visuales, perder visibilidad y menos que menos perder presupuesto.

El salón pasó por varios formatos quedándose con el más clásico. La buena voluntad de la gente de la Secretaría de Cultura, de la coordinadora de artes de visuales Luciana Gómez permite sugerir cambios que de a poco van incorporándose.

La multiplicidad de expresiones con que cuentan las artes visuales no puede quedarse solo con la reina: la pintura. Tantas veces anunciada como muerta y ahí sigue viva, vigente, irreverente y reinventándose cada día. Tiene que contemplar las otras expresiones tan validas y necesarias como ella. Un salón (si insistimos con este formato) no puede dejar de lado el dibujo, el grabado, la escultura, lo textil, la fotografía, el video, los objetos, la performance y alguna otra expresión que seguramente se me olvida.

Soluciones alternativas deberían salir de un debate con los artistas, ya sugerido desde la Secretaría de Cultura. Por ahí hacerlo multidisciplinario como lo es el “Salón Vendimia” de Mendoza que tuvimos la suerte de ver la muestra este año en el MOC; o premiar una selección de proyectos, repartiendo el dinero en premios para que sean ejecutados, como sucede en el Salón de Tucumán.

Por otra parte, al carecer el gobierno de un programa sistemático de adquisición de obras, se convierte al Salón en la única instancia de “compra”, ya que el primer y segundo premio pasan a formar parte de nuestro patrimonio. Esto es grave y peligroso.

Grave porque se está reduciendo nuestro hacer como artistas a dos obras anuales ¿Qué quedará para el futuro de todo lo que dicen aquí y ahora los artistas de una región? Un recorte, casi nada. Peligroso porqué condiciona a un jurado de expertos a escoger no la mejor obra, sino la de un artista consagrado ya que está en juego el acervo cultural de una provincia en esa decisión.

En la última edición del Salón Regional de Pintura 2018 el jurado más que idóneo, estuvo conformado por Laura Valdivieso (Mendoza), Juan Der Hairabedian (Córdoba) y Eliana Bustamante (La Rioja). Un comentario mío en las redes, por ahí apresurado y desubicado, en el que tildé de «mierda» al mensaje del primer premio escogido (“La droga mata” de Víctor Quiroga, de Tucumán) llevó a múltiples reflexiones participando prácticamente toda la escena local.

Lo que opiné de la obra, lo sigo sosteniendo. Es una pintura de mala factura, clasista, estigmatizante, sin metáfora, una obra cerrada y digerida desde el título sin esa posibilidad hermosa de perturbar desde la duda, que posee el arte. El trabajo de Quiroga nos remite a una “Piedad”, en el que un padre pobre sostiene en sus brazos a su hijo muerto y atrás, de fondo, un omnipresente Jesucristo en otra escala; muy parecido a las imágenes que aparecen en las revistas que reparten los domingos a eso de las 8 de la mañana los testigos de Jehová casa por casa, al que esté dispuesto a abrir la puerta a su timbreo.

No voy a discutir el trabajo inmenso de Quiroga, su trayectoria, su presencia, lo que representa. Pero esa obra en particular, a mi entender, carece formalmente las condiciones de un primer premio. Supongo que primó la presión de la adquisición patrimonial.

En la entrega de premios del Salón, el secretario de Cultura Víctor Robledo, anunció un nuevo Salón de pintura más tradicional para el periodo de la Chaya. Lo celebro y lo aplaudo. Todos debemos poder ser representados y premiados y adquiridos. Las artes visuales necesitan más atención. Por lo que también celebro y aplaudo esas reuniones que tendremos para poder modificar las bases de un Salón casi obsoleto en su formato.

¡Ah! y otra cosa: están vigentes la Ley del Libro, la del Video, la del disco ¿para cuándo una ley que contemple el financiamiento de una producción artística plástica, de un proyecto, de una muestra?