Apenas veinte días antes de la apertura de la Feria del Libro 2025 el gobierno de La Rioja anunció que la suspende y responsabilizó de esta decisión al gobierno nacional. En una especie de encrucijada, la provincia queda entrampada en su propia red: si nada puede hacerse sin recursos, qué sí podrá hacerse.
Lo que era un rumor, se confirmó. El gobierno de La Rioja suspendió La Feria del Libro 2025. “En un contexto económico sumamente adverso, provocado por las políticas implementadas por el Gobierno Nacional y sus efectos directos sobre las finanzas provinciales, el Gobierno de la Provincia se ve en la obligación -con profundo pesar- de suspender la 23° edición de la Feria del Libro de La Rioja, prevista entre el 2 y el 13 de julio del presente año”, comienza diciendo el comunicado.
En una especie de encrucijada, el gobierno de Ricardo Quintela quedó entrampado en su propia red: si nada puede hacerse sin recursos, qué sí podrá hacerse. Y sea lo que sea, a partir de ahora tendrá más prioridad que una actividad cultural que ya lleva más de dos décadas. Pienso en la Chaya, en la Noche de Gala, en los eventos deportivos, en los gastos para viajar a la Feria Internacional del Libro y en cualquier otro evento social o turístico que el gobierno impulse. Qué si tendrá prioridad y cómo justificarlo si veinte días antes de concretar la Feria deciden suspenderla. Pasajes comprados, hoteles reservados, gastos realizados incluso por cientos de personas que iban a participar.
El descontento de esta decisión unilateral sería esperable. Muchos de quienes participan de esta Feria viven de su actividad cultural, muchos otros no. En cualquier caso me animo a decir que casi todos lo hacen por convicción. Y esas personas, que forman el contenido de un encuentro de estas características, no fue consultada por el gobierno de La Rioja.
Es cierto que la asfixia del gobierno nacional colocó a los mandatarios provinciales en la situación incómoda de no saber qué hacer. El gobierno nacional viene desmantelando el Instituto Nacional del Teatro (INT) y a la secretaría de Cultura de la Nación, organismos que a su vez solían apoyar las actividades que se hacen a nivel local a través del pago de honorarios a artistas y grupos.
La Feria del Libro de La Rioja es de las pocas actividades que lograron sostenerse tanto tiempo y con una sola interrupción en el 2009 a partir de la gripe aviar. Ni siquiera la pandemia del 2020 pudo con ella. Por primera vez se hizo totalmente virtual. Es un espacio, un semillero, una vidriera cultural que organiza la secretaría de Cultura junto a editoriales, libreros, bibliotecas, artistas de las letras, de la danza, del teatro, de las artes plásticas y del sector audiovisual. Algunos trabajan para el Estado y otros no. Son de La Rioja y de otras provincias. Suele durar entre diez días o dos semanas. En este caso y sin fondos suficientes surgen algunas preguntas obvias: ¿no podría haberse reducido la cantidad de días? ¿No había otra forma de sostener esta logística sin perderla?
“Esta difícil decisión se enmarca en un escenario de ajuste sin precedentes, y que afecta gravemente a las provincias con recortes drásticos de fondos, caída de la coparticipación y eliminación de programas federales de financiamiento, todas herramientas esenciales para sostener las políticas públicas”, continúa diciendo el comunicado oficial para llegar a un fragmento que muestra una nueva contradicción: “Ante esta situación, el Estado provincial debe priorizar la prestación de servicios como salud, educación, seguridad y asistencia social, pilares que garantizan la cohesión y el bienestar de nuestra comunidad, sin que esto signifique ir en detrimento de un hecho cultural e identitario como la Feria del Libro”. ¿No quieren ir en detrimento pero la suspenden? ¿La suspenden y no nos afecta?
Y en ese tren de argumentos confrontados escucho a la diputada nacional Gabriela Pedrali, una de las promotoras de la Feria del Libro desde sus orígenes, cuando le preguntaron por esta suspensión: “La cultura es el pan del alma”, “ojalá pueda realizarse finalmente en algún momento de este año”. Entonces pregunto: si la cultura es el pan del alma, ¿está bien dejar a la comunidad sin ese pan?
La incertidumbre y el desconcierto es total, incluso entre los propios funcionarios. Por el momento la actual secretaria de Cultura, Patricia Herrera, no hizo declaraciones. Y no pareciera que las fuera a hacer en el corto plazo.
La cultura en Argentina ha tenido un consenso notable aún con algunas diferencias. Es difícil encontrar a alguien de la comunidad cultural que no crea en la necesidad de que exista el INT, el INCAA, el Fondo Nacional de las Artes, el INAMU. Mientras el gobierno de Javier Milei habla de batalla cultural, insistiendo en destruir todo aquello que cuestiona su poder y que promueve abrazos y solidaridad, la mayoría de hacedores culturales tira para el mismo lado. Por eso, tal vez, es aún más difícil entender la decisión unilateral del gobierno de La Rioja.
Tampoco a esta altura hay dudas que en sociedades pobres y empobrecidas como la nuestra, resulta difícil darse el lujo de prescindir del Estado para algunas o muchas iniciativas. Suspender la Feria es suspender esta movida cultural y social en la que se reúnen cientos de personas a compartir, pensar, aprender, reflexionar, criticar, disfrutar, profundizar, analizar, mostrar, crear. En lugar de suspenderla ¿no sería el momento ideal para repensarla? ¿Descentralizarla más? ¿Ésta es la Feria que necesita La Rioja?
Todos los años la Feria tiene un lema que la caracteriza. Este año era “Letras en resistencia”. ¿Quién, quiénes están (estamos) resistiendo? Suspenderla se parece más a entregarla.
Foto de portada: Convotaria de la secretaría de Cultura a la 23 Feria del Libro