Siempre se presentó al Pre-Cosquín como la oportunidad previa y necesaria para alcanzar el pase al Festival Mayor o sea a “la vidriera” que nos daría la popularidad y el reconocimiento del público del país y de Latinoamérica. Lamentablemente hoy en el afán de “triunfar” a como dé lugar, “destrozan” una chacarera o una saya, mal aconsejados por los aplausos del público y por el “hagan algún temita alegre y movido” de los jurados del “premio fácil”.


Me cuento entre los muchos artistas riojanos que hemos participado y eventualmente ganado un Pre-Cosquín; en mi caso, en dos oportunidades (1989, Grupo Librevoz y en 1990, Canción inédita). Destaco en este marco el rubro grupos vocales, ya que La Rioja es la provincia que más veces trajo el primer premio desde 1985 (Grupo Vocal Norte, Librevoz, Los Talpas, Horizonte, Algarrobal, Aguablanca, Alborada, Suyay y Huancara).

Igualmente destacada, aunque con menos suceso, ha sido la participación y premiación de solistas, parejas y conjuntos de danza, dúos, grupos y solistas instrumentales sin olvidar el rubro canción inédita (Pancho Cabral, Camilo Matta-Alberto Sará,  Pica Juárez y Ramiro Gonzalez).

A la luz de estos antecedentes podemos asegurar que el Pre-Cosquín ha sido y es un certamen atractivo para músicos, bailarines y compositores de La Rioja y de todo el país, que sueñan con el espaldarazo, la notoriedad y el reconocimiento masivo del que gozan la mayoría de los artistas que todos los eneros, suben al “Escenario Mayor del Folklore” durante las “nueve lunas” del Festival de Cosquín.

Siempre se presentó al Pre-Cosquín como la oportunidad previa y necesaria para alcanzar el pase al Festival Mayor o sea a “la vidriera” que nos daría la popularidad y el reconocimiento del público del país y de Latinoamérica.

La verdad es que en el 99% de los casos no fue así y no se accede a la fama ni al éxito a través del Pre-Cosquín; los números más taquilleros y aplaudidos que podemos ver y escuchar en el Festival Mayor, no concursaron en el Pre-Cosquín de su lugar de origen ya que, por lo menos en otras épocas, hubieran perdido por la selección de su repertorio, o habrían sido descalificados por la baja calidad de sus interpretaciones.

Durante algunos años (ahora no tanto y cada vez menos) había una marcada diferencia de propuestas artísticas a favor del Pre-Cosquín, ya que los “buscadores de talentos y de éxitos rápidos” no integraban por lo general los Jurados del concurso y por el contrario, referentes como Hugo de la Vega, Mario Díaz, Juan Falú, Omar Moreno Palacios, Carlos Bergesio y entre los riojanos Luis Chazarreta y Miguel Ángel Salazar, por nombrar algunos, impusieron entre los concursantes la idea de que no se podía presentar cualquier cosa sin preparación, autenticidad ni calidad.

Lamentablemente hoy el afán de “triunfar” a como dé lugar, nos obliga a escuchar a participantes de La Pampa o de la Provincia de Buenos Aires que ya no cantan milongas, estilos o huellas porque eso “no vende” pero “destrozan” una chacarera o una saya, mal aconsejados por los aplausos del público y por el “hagan algún temita alegre y movido” de los jurados del “premio fácil”.

Como se ve, hay varios aspectos para analizar que serán motivo de otros artículos en esta columna, pero como conclusión de esta primera entrega creo que los certámenes artísticos como el Pre-Cosquín merecen una re significación para volver a las fuentes y revalorizar la tarea de las sub sedes y delegaciones, que permiten año a año la participación de nuestros artistas, que con sus sueños e ilusiones, nos representaron y representarán en el “Escenario Mayor del Folklore”.