Misterio honesto. El cine de Xorge Leiva

Una duda sincera, valiente y paciente en búsqueda de un relato, o de muchos que se hacen uno. Un misterio se viste con imágenes y sonidos que entregan relatos inconclusos, magnéticos y cautivadores cargados de honestidad y una notable marca autoral. El cine de Xorge Leiva.


El ciclo de entrevistas a cineastas y realizadores organizado por la Dirección de cine de la provincia permite acercar las obras de los riojanos a todo el público que quiera encontrarse con ellas. Todos los miércoles a la noche los trabajadores, los espectadores y los admiradores del cine estamos prendidos al facebook live esperando a escuchar los relatos y las ideas de los realizadores durante la entrevista.

Hoy nos ocupa el cinéfilo, docente y realizador Xorge Leiva quien fuera el segundo entrevistado de ese ciclo. Leiva cuenta con tres obras (disponibles en su canal de vimeo), dos de ellas con un proceso más bien documental y, en tercer lugar,  una intrigante y cautivadora ficción. Si bien los tres proyectos tienen financiación y destino televisivo (o una pantalla similar) los procesos de construcción de esas obras, en menor o mayor medida,  son más bien cinematográficos.  

Cuadernos de Jóvenes suicidas

En “Cuadernos de Jóvenes suicidas, su primera obra, ya puede observarse el germen de un método que Leiva aplica a sus obras y que es poco común de ver en las pantallas chicas. Una amalgama narrativa que él denomina “hojaldre” es una marca propia y se refiere a una construcción en capas, con un aporte o la aparición de una idea inesperada (o no) en cada proceso de la película, que le permiten al director tomar caminos desconocidos y dejarse guiar por su intuición para encontrar la película que va deseando porque, con este método, incluso el deseo primario es mutante.

“Cuadernos..” es audaz, sobre todo para los días en los que se rodó, aquellos en los que demasiados (cualquier número positivo sería “demasiados”) jóvenes decidian terminar con su vida. Pero por momentos el film se siente muy fragmentado, parece que le faltaran minutos para cerrar cada idea y se va rompiendo lentamente, aunque nunca podamos quitarle la atención y eso, sin duda, es mérito de ese método que Xorge emplea en sus films, que nos hace sentir que no podemos dejar de ver porque esa pieza que nos falta aparecerá más adelante en la película.

Las virtudes descansan en sus valiosos personajes, sobre todo en sus momentos de mayor naturalidad,  y en la mirada auténtica de esos protagonistas generacionalmente más cercanos a la tragedia y una sensibilidad propia de un tema tan triste. Sin embargo el relato se vuelve, por momentos, monocorde algo que no se puede dejar de ver por más que el film siempre sepa conservar nuestro interés. 

Xorge ha declarado que tiene un cariño muy especial por “Cuadernos…” que siente que es una obra honesta y tierna, eso sin dudas es notable, palpable, se percibe al ver la película. 

Una invasión invisible

En ese sentido hay un contraste con “Una Invasión Invisible” a la que Leiva se refiere como  una obra que “no encontró su forma final” y que quizá ya nunca la encuentre. Y aquí la percepción es diferente, si bien, por momentos, puede haber una desconexión o algún “¿qué está pasando aquí?” la película tiene una identidad que nos hace sentir integrados, uno se siente parte de esa historia, de alguna manera film se convierte en una frazada que nos abriga de esa leve confusión que él mismo genera. Lleno de pedazos de recuerdos, de rostros conocidos, esos que alguna vez nos cruzamos en algún recital, en alguna muestra artística o antes o después de que las luces del Espacio 73 se apaguen o se prendan. A algunos rostros podemos ponerles nombre, otros son simplemente caras que vimos muchas veces y desconocemos su identidad.

“Una invasión..” es parte de una historia presente y pasada de muchos de nosotros, y más allá de que Leiva sienta no haber encontrado la forma final de ese film uno puede creerse un órgano de ese cuerpo sin siquiera estar ahí. Las calles por las que caminamos, las plazas donde nos sentamos, las voces que nos saludan, la historia que conocemos pero nos cautiva, son responsables de esa identificación impagable que hace olvidar cualquier detalle y quedarse magnetizado por la magia de todo eso a lo que nos hace pertenecer. 

Hábitos Fantasmas

En “Hábitos fantasmas”, su tercer trabajo, se hace notable lo mucho que Leiva ha madurado como director y sobre todo cómo ha pulido su método, ese que él mismo llama un “hojaldre”, la ambición de permitirse la búsqueda del film en cada etapa de su proceso y permitir, también, que sea la película la que se vaya encontrando a sí misma para llegar a un resultado único e irrepetible. En ese sentido se hace difícil imaginar un resultado idéntico para ese film incluso si Leiva y el mismo equipo se dispusieron a hacer exactamente la misma película, seguramente el producto final sería diferente. Eso le da una vida, una originalidad y un espíritu excepcional al film.
Sobre la trama, no hay mucho que decir,  no hay spoilers a los que se pueda temer, la película es una experiencia, corta, intensa, cautivadora y misteriosa que merece ser vista: Nicolás llega a un pueblo de los llanos riojanos para (re)capturar una serie de sonidos que extrañamente resultaron dañados durante el rodaje de un documental en esa zona, una vez allí, se encuentra con ruidos que parecen presencias, que ocupan espacios, que anulan la música de la naturaleza que Nicolas necesita registrar para cumplir su tarea. Alina deambula por ese mismo pueblo, en el mismo tiempo, en el mismo espacio, aunque parece en una dimensión diferente que la de Nicolás y quizás por eso, jamás podrían encontrarse.

Aunque con algunas diferencias en los métodos y en el relato,  la película parece ser pariente de la brillante “El espíritu de la colmena” (1973, Víctor Erice), mas bien por lo inhóspito de las locaciones, que por las presencias (in)materiales y las maneras en que estas se trabajan en cada film. 
En la reciente entrevista realizada para la dirección de cine Xorge cita como influencias a directores como Lucrecia Martel y David Lynch, por sus meticulosos trabajos con el sonido para que éste sea tan provocador como las imágenes. Las influencias son notables no solo por el trabajo auditivo sino también por el método narrativo. 

Lejos de entregar el material procesado y de brindar precisiones sobre los acontecimientos en la pantalla, Leiva elige que sea el espectador quien construya y deconstruya la historia con sus sensaciones, con su percepción, con su inteligencia. El director guía, induce, provoca. Pero no hay certezas intrínsecas, la tarea de encontrar precisiones quedará a cargo de cada espectador.

En “Hábitos fantasmas” hay muy pocos personajes y, lo que es aún más llamativo, pocos minutos en los que dos personajes se presentan juntos frente a cámara. Esa aparición unipersonal en imágenes, durante el noventa y cinco por ciento de la película, vacía casi toda posibilidad de diálogos y es ahí donde el sonido se convierte en el tercer protagónico del film junto a Alina y Nicolás. Aunque una entidad no pueda ser vista (al menos no en esa misma dimensión), suena. Y ni siquiera será necesario que la cámara vaya en su búsqueda porque está ahí, claramente, presente aunque nadie pueda verla. 

Que el misterio y la incertidumbre sean la vestimenta de este film hacen que lo erotizante sea lo que no se ve y que desvestirlo sea un desafío al que cualquiera puede atreverse.  

El cine de Leiva es intrigante, cautivador y sutilmente provocador, esa sensación de que la película nos requiere, nos necesita para terminar de construirse le aporta un magnetismo a cada uno de sus relatos. El método “hojaldre” es transversal en toda la obra de Leiva y eso es suficiente para demostrar que cada una de sus películas tiene mucho de él, y su capacidad de apropiarse de las historias e impregnarlas con su impronta.

Cada una de sus películas parecen habitadas por fantasmas, espíritus o una fuerza atractiva y misteriosa que nos mantiene expectantes. 

Sin ningún aire de grandeza pero con mucha honestidad Xorge puede expresar el deseo de que alguna vez “Hábitos fantasmas” (sin dudas su obra más lograda hasta la fecha), se convierta en un objeto de culto, consciente de la calidad de su película. 

Y con esa misma honestidad decir a cámara que muchas veces no sabe cómo hacer sus películas, que necesita ir buscándolas en el rodaje, en el montaje. Y encontrarse con ellas, lo cual requiere mucha paciencia y una delicada valentía.
Más allá de la posibilidad de que “Hábitos…” se pueda encontrar con los espectadores adecuados y convertirse en una película de culto, el deseo es que la película sea la primera de muchas otras ficciones que ofrezcan similares estímulos, un confianza y sincero respeto por el espectador.