Suelo acumular criterios para no caer en los (muchos) fiascos que ofrecen los catálogos de servicios VOD pero hace un par de días “Solteras” (México, 2019) una (pretendida) comedia romántica, disponible en Netflix, fue la excepción. Y una de los peores películas que recuerdo en el corto plazo. Un film vacío, con conclusiones pseudoliberadoras y estéticamente comparable con la televisión de los 90. Pero en algún Punto el film trajo a mí memoria “Easy”, una serie disponible en la misma plataforma pero totalmente opuesta en la propuesta, en el planteo y, sobre todo, en la motivación intelectual que generan.

Escribe Martín Íñigo – PUENTE ALADO


En “Solteras” Ana (Cassandra Ciangherotti) acaba de terminar una relación después de muchos años de desear casarse, de esperar la propuesta y presionar a su pareja para celebrar la boda. Consumida por la frustración de haber “perdido” esa oportunidad, su prima (esa persona que según el universo del film jamás podría casarse pero lo ha conseguido), le recomienda asistir a un curso donde le darán todas la herramientas para conseguir marido y es así como empieza lo peor. A partir de allí, el film no para de caer (tampoco venía muy arriba)… El curso estereotipa la masculinidad, disminuye al hombre a un único tipo de persona y (peor aún) pretende que las mujeres se acomoden a esa norma, que se adapten a ese modelo masculino para complacer las necesidades y deseos de su futura pareja. Para conquistar deben prescindir de su personalidad, hacer todo para apropiarse del hombre hasta cumplir el ansiado objetivo de casarse para que “sus vidas sean menos miserables y aburridas”.

La película se sostiene principalmente sobre las premisas de ese seminario y somete a sus protagonistas a la absurda competencia de quien pueda conseguir  primero el objetivo. No hay comedia. Tampoco humor. La mayoría de las situaciones que pretenden arrancar sonrisas provocan pena, lejanía y obsolescencia. Mujeres que suprimen sus personalidades, dispuestas a cualquier cosa para conseguir una propuesta de matrimonio. No buscan amor, corren para llegar primero a esa fiesta “celebrísima” que (siempre según la propuesta de película) las prestigia.  

Todo es así, incluso Ema (Mariana Cabrera) una enamoradiza mujer que busca a su príncipe de ensueño (aunque cualquier cuento de princesa es más digno que Solteras) termina descartando todas las virtudes que buscaba en un hombre a costa de continuar la relación en la que no se siente cómoda. Pero el objetivo es resistir hasta que llegue la propuesta. Hay allí un intento de decir que el amor puede encontrarnos donde jamás lo buscamos pero el film falla nuevamente porque Ema parece más bien arrastrada por el frenesí de esa competencia a la que fue sometida por el curso al que asiste. Y aunque alli habra final feliz, se concibe al amor verdadero, la complicidad y la afinidad como bonus por haber conseguido el anillo de bodas.  

Hacia el final “Solteras” intentará humanizar las relaciones. Todas las parejas tienen problemas: Ana descubrirá que todas las relaciones que idealizó son en realidad apariencias que esas parejas han intentado conservar, a veces con el afán de que el amor lave esos inconvenientes y en otras ocasiones intentando ir hacia una separación sin heridas. Pero la película vuelve a caer en la obsolescencia en el final, asignándole una pareja consuelo a cada uno de los personajes que asistieron al curso (excepto Lola).  Ana termina bailando “a quién le importa”. Fortalecida y con un aprendizaje que ha cambiado claramente su vida. Pero para ese entonces el camino que transitó la película ya nos mostró muchos más males de los que queríamos ver.  

También en Netflix se puede ver “Easy” una serie de ficción que parece ostentar un carácter observacional, los personajes están llenos de capas y matices para descubrir y pensar permanentemente. Hay una inteligencia y una elegancia para narrar prescindiendo de conclusiones que crea un clima admirable alrededor de la serie y que nos lleva puestos haciéndonos obviar las escasas virtudes para filmar ese gran guión. El proyecto, creado por Joe Swanberg, está integrado por una suerte de unitarios, pero varias líneas narrativas tienen continuidad a lo largo de las tres temporadas de la serie. A diferencia de Solteras, Easy está llena de inteligencia, elegancia y modernidad, es un excelente producto televisivo y se destaca jugando al mismo juego que la película mexicana: Ani es un personaje de una de las líneas narrativas de la serie de Swanberg. Ani desea conseguir una pareja para proyectar su vida, planea tener hijos y siente que su reloj biológico la está abandonando.

En ese contexto toma la decisión de aceptar todas las citas que se le propongan durante un mes, cualquier invitación, de cualquier persona. Y en ese desafío saldrá con hombres y mujeres que la frustrarán de muy diferentes maneras. Ani de Easy busca algo muy similar a lo de Ana de Solteras pero hay diferencias sustanciales en los métodos, en el estilo narrativo y en el objetivo final de ambas. Ani busca un compañero permanente, sale con mucha gente pero siempre es ella misma, no se inventa una personalidad, no necesita comprarse ropa nueva para parecer alguien diferente. Es audaz, arriesgada pero siempre honesta, agradable y libre. Ani encontrará al amor que buscaba casi sin querer, aceptando la cita a un compañero de trabajo a quien se la había negado sistemáticamente. Él estuvo todo el tiempo allí. Y aquí sí habrá un ejemplo mejor creado de que el amor puede estar allí donde no lo vemos, en ese lugar donde Solteras también falló.

Hay otra línea narrativa en Easy que quizá sea la más interesante (para este propósito). Es la protagonizada por Andy y Kyle una pareja que, tras muchos años de estar juntos, atraviesa problemas en su sexualidad. A ellos parece sobrarles amor y faltarles deseo. Kyle se dedica casi exclusivamente a su rol de padre y amo de casa mientras intenta escribir obras de teatro. Andy abandonó su carrera artística para dedicarse a un trabajo más seguro y rentable que sostiene a la familia. Tras varios intentos frustrados por recuperar su sexualidad y con la asistencia de un psicólogo, ambos (aunque más bien por insistencia de ella) deciden lanzarse a la aventura de la pareja abierta. Ninguno de los personajes ha dejado de amar a su pareja, pero los dos coinciden en la idea de liberarse de la responsabilidad de la fidelidad para vivir nuevas experiencias sexuales (y quizá amorosas), sin prejuicios y ante todo sin perjuicio a su familia, que seguirá funcionando con toda normalidad. Es una oportunidad más que interesante en ese momento de sus vidas.

La primera noche como “solteros” es toda una aventura, Andy solo desea llenar su apetito sexual y tras una frustrada cita lo consigue de una manera inesperada. Mientras que Kyle se cita con una amiga por la cual siente una enorme afinidad, una conexión que parece mutua y que ambos temen arruinar. Kyle irá más lentamente en su relación pero llegará más lejos y eso provocará en Andy algún vacío y posteriores dudas respecto de su nueva vida. ¿Quizás nunca debió proponer la pareja abierta? ¿Tal vez se dejó llevar por el deseo y perdió de vista todo lo que tenía en su hogar y que no había sabido valorar? Son preguntas que algún espectador puede hacerse y probablemente se haga el personaje. Pero Kyle está cómodo con sus (ya no tan) nuevas libertades, y su modelo de vida. Sin intenciones de lastimar a su esposa ni de incomodarla parece no estar dispuesto a negociar el estado de comodidad al que cree han arribado.

Como dije al principio, a Swamberg ni a Easy, le interesan las conclusiones. Sólo nos presenta las situaciones, a veces los sentimientos, construye esas historias y nos atrapa como espectadores para que empaticemos con cualquiera de los personajes o con todos ellos, para que podamos ponernos en su piel, razonar y quizá reaccionar. Particularmente Andy y Kyle demuestran que hay otros modelos de relaciones posibles, para algunos será una propuesta superadora, otros la aborrecerán, lo cierto es que hay lugar para todo tipo de razonamiento y para largas conversaciones posteriores sobre el presente y el futuro; o para discutir ese pasado obsoleto que en Solteras pretende tener alguna gracia. 

 

La Rioja, 03 de noviembre de 2019