El renacer de la Chaya en la casa del Patriarca

Ya empezó febrero. Llegó pidiendo permiso como los vidaleros y copleros que cada 31 de enero a la nochecita, llegan a la casa de José Jesús Oyola, el «Patriarca de la Chaya», a pedir su bendición para chayar todo el mes -este año, 29 días-.

Escribe Patricia Espeche – PUENTE ALADO


Challay Huasi es el nombre del hogar que habitó el Patriarca. Significa «lugar donde suceden cosas buenas». El patio tiene sus huellas por todos lados, el jardín está plagado de objetos que él trajo de sus viajes por La Rioja, la galería aún conserva algunas de sus pinturas. Otras, conviven en el interior de la casa con otros elementos como su tambor y su bombo. «Mi abuelo actuaba con estos» dice Claudia Ibañez Oyola, su nieta, mientras saca los instrumentos de su estuche. Después, trae una foto vieja y cotejamos la evidencia: don José sostiene el bombo que parece respirar de nuevo sobre la mesa.

Esta breve escena resume algo que pasó durante todo el tiempo que estuvimos allí. La familia de don José está dispuesta a atender con amabilidad a quienes se acercan al lugar. «Sentimos que es nuestra responsabilidad contar lo que sabemos y compartir la historia del abuelo», dice Claudia.

Llegamos temprano. La convocatoria era a las seis de la tarde pero el patio suele poblarse a partir de las ocho. «Esto se llena. La gente termina parada adentro y también en la calle», nos anticipa Rodolfo Oyola, el sobrino nieto que nos recibe y que estará atento durante todo el tiempo que estemos ahí, por si necesitamos algo.

Marino Córdoba es el artista plástico que realizó el busto de José Jesús Oyola que hoy vemos en la galería. Ese mismo que parece cobrar vida cada vez que algún artista va a pedir o agradecer bonanza musical. «Se sientan con él un rato, y ahí están hablando bajito hasta que se van», cuenta Mónica Oyola, hija de don José. Y entonces también explica que lo de hacer el busto fue idea de su madre, dos años después del fallecimiento del Patriarca, «porque los copleros se fueron al cementerio a cantarle a papá… y mi mamá dijo: ‘todo muy bonito pero hay gente a la que le puede molestar’. Entonces le pidió a Marino que hiciera el busto y lo colocaron en casa para que pudieran venir a recordarlo tranquilos».

Pero volvamos a este día de fiesta. Son poco más de las siete de la tarde y el sol aún está arriba. Comienzan a llegar algunas mujeres de la iglesia y de la Asociación Folclórica Riojana que venderán empanadas a beneficio.

Nos invitan a pasar a la cocina para conversar con Mónica, la hija de don José.

Mientras «cose» unas telas con una abrochadora, conversa con el padre Cristian, un sacerdote de la Iglesia Nacional Católica No Romana que le cuenta sobre los preparativos para la misa, algunos detalles del altar y otros asuntos que lo llevan apurado. Aún así tiene tiempo de hacer algunas bromas antes de salir de la casa.

«Al principio, el padre no entendía muy bien qué era la chaya. Entonces le dije que él chaya todo el tiempo porque dá la bendición con el rocío del agua. Y eso es chayar», comenta con picardía Mónica.

Ella es docente y desde ese lugar reconoce a la tradición como una de las principales formas de transmitir conocimiento. «Papá enseñaba mucho a través de la transmisión oral y hoy nosotros tenemos esa hermosa responsabilidad de contar lo que vivimos con él. En mi caso, tengo que decir que no tengo tantas vivencias compartidas como me hubiese gustado porque en aquella época era distinto. Esta casa estaba en el medio del patio. De un lado jugábamos las mujeres y del otro los varones», aclara.

Pero también refuerza que los momentos compartidos eran claros y que muchas veces las miradas decían más que las palabras. «Creo que tenemos que recuperar el lenguaje de la mirada», dice con firmeza.

De aquellos tiempos recuerda a sus amigos, los que lo acompañaron en el camino de la música y de los que hoy siguen vivos: don Tino Salguero (padre de la Bruja Salguero), Aldo Mercado y Rodolfo «el flaco» Domínguez. «A veces cuando estoy con ellos, no les toco el tema porque lloran mucho, como en el caso de Juan Carlos Soria que no fue integrante de los grupos musicales de papá pero sí fue muy amigo», confiesa.

 

Pasan las horas y la gente sigue llegando. Periodistas, músicos, vecinos se acercan al lugar que ya es sagrado… mientras tanto, nosotros indagamos en la historia de José Jesús Oyola.

Se formó en Artes Plásticas, fue dibujante de Salud Pública de la provincia y los dibujos lo acompañaron siempre. De hecho, fueron una de las tantas herramientas que utilizó para rescatar la historia un tiempo después, cuando integró el gabinete de investigación del Museo Folclórico y pudo investigar los sonidos ancestrales.

Estudioso de la Chaya, escribió textos y creó sonidos que pudo registrar en SADAIC con ayuda de un padrino musical. «Fue la única forma de llegar ahí» -dice Claudia, su nieta-, «Esteban Tobías Velardez lo presentó en SADAIC y él pudo registrar el ritmo de Chaya. Lo que nunca pudo hacer fue grabar con un sello discográfico porque en aquellos años en las peñas sonaban otras cosas, no les interesaba grabar chaya», detalla.

 

Y estamos en el 2020, Oyola dejó esta tierra hace más de 40 años y la gente espera la llegada de febrero en Challay Huasi. Mientras tomamos mate con Mónica en la cocina, alguien golpea la puerta y dice: «Permiso doña Mónica, le traen la ofrenda de la guagua». Al instante pasa una mujer, Noemí Herrera, con una gran caja de regalo. La abre y le muestra el niño de pan con una hojita de albahaca que se servirá en la celebración nocturna.

Ya cantan en el escenario los artistas que esperan a las doce de la noche. Y en la puerta de Challay Huasi empiezan a golpear las cajas. La impaciencia le gana a los minutos que anuncian la cuenta regresiva. Y los vidaleros se preparan y desfilan hacia la galería. La gente les abre paso en el amontonamiento para que puedan llegar junto a la imagen del Patriarca. Los golpes resuenan en el pecho de los testigos. Hace calor. La voz de los vidaleros se tensa de sentimiento y la gente se une en el grito que anuncia febrero. Recitan, recuerdan, honran al gran Homero Coronel Montes  (histórico maestro de ceremonia del festival de la Chaya) que este año no podrá decir que La Rioja vuelve a chayar…Y si, este febrero, La Rioja vuelve a chayar.

 

La Rioja, 02 de febrero de 2020