HASTA ACÁ…TODO BIEN. ¿Qué contamos cuando contamos una historia? ¿Alguien le pide al escritor que cuente algo? En la mayoría de los casos, no. Pero en los Concursos literarios, sí.


Para eso, alguien redacta unas Bases y escribe las condiciones. Y los que aceptan participar, se supone (es casi básico) aceptan esas Bases. Se someten a la lectura y a la decisión de un jurado.

Hasta acá, todo bien.

Es sabido que en muchos concursos literarios, y hablo no solo a nivel provincial, en todos los niveles, los fallos de los jurados han sido cuestionados.

Hasta acá todo bien. Porque podemos estar de acuerdo o no con lo que eligieron y es lógico que así suceda. ¿Acaso estamos todos de acuerdo con los nombres que aparecen en los Nobel de Literatura por ejemplo?

Hasta acá todo bien.

Pero ¿qué sucede cuando lo que se critica no tiene nada que ver con esto, sino con lo que “el cuento cuenta”?

Es absurdo imaginar, pero tristemente cierto, que hoy se discuta y encima con argumentos pobrísimos, si se debe o no incluir la problemática de la violencia de género en nuestra literatura.

Y eso es justamente lo que sucedió con el resultado del CONCURSO  NACIONAL DE MICROCUENTOS “TE CUENTO LA CHAYA” que  lanzara la Secretaría de Cultura de la Provincia y que fuera organizado por mí.

Se alzaron las voces. Se rasgaron las vestiduras y se acusó, con larguísimos dedos al cuento que resultara ganador, YO MUJER, de Mercedes Coni.

Nadie habló de los restantes premios (entre los que el tema de la violencia, aunque resulte extraño, apareció en un alto porcentaje).

Nada se dijo.

Pero el 1º Premio parece haber cometido grave pecado mortal contra la religiosidad chayera y haber puesto en evidencia una “intelectualidad” literaria que algunos no pueden digerir, pero que no es otra cosa que la búsqueda de la excelencia.

Los criterios literarios, la contundencia  de los recursos usados por la autora,  el ajustarse a las bases…en fin, de Literatura no se habló. O se habló poco.

Hasta acá todo bien.

Sólo se esgrimieron largas diatribas contra la “alegría chayera” de nuestra fiesta. Se habló de las “tradiciones” que no aparecen en el cuento  en un concurso que jamás las pidió en sus bases…

Nada se dijo desde algunos medios que provocaron cataratas de incongruencias sobre los recursos que deben usarse a la hora de escribir un microcuento, pero obviamente nada se dijo porque quienes hablan tan ligeramente, no tiene la capacidad para hacerlo.

Porque no son necesarios comentarios académicos, cualquier “lector” y ni siquiera voy a decir “un lector adiestrado”, o un “asistente a talleres literarios”.

Algunos llegaron a decir este tipo de cosas: “ficción es Julio Verne…que me llevó a Marte” (literal…de un periodista al discutir qué era la ficción).

Sucede entonces que se pierde la capacidad de debate…

Quizá el problema entonces radique en lo que “el cuento cuenta”.

Un hecho violento. Violencia de género.

Pero tampoco se habló de esto.

El tema de la muerte es “el tema“ literario por excelencia. Pero de esto tampoco se habló.

Mi lectura sobre las reacciones provocadas por este concurso se dividen entre lo literario y lo que como sociedad nos pasa…

En lo estrictamente literario: saber perder y aceptar un fallo, debería figurar en los catálogos de los escritores…

En lo estrictamente social, un cuento no tapa la realidad, pero felizmente puede ponerla en evidencia…

La 2ª parte de esta nota estaba pensada para compartir un hecho literario, para meternos en el universo de la microficción, para  comenzar a celebrar que “estemos presentes” en lo que escribimos.

Los acontecimientos decidieron lo contrario, pero en realidad…celebro que nos hayan desnudado de esta manera.

Leer la primera parte de Nuestra literatura hoy: ¿Te cuento la chaya o te cuento otra cosa?