Origami deriva del japonés oru, que significa “doblar”, y kami, que quiere decir “papel”. El arte de doblar o plegar papel: una técnica milenaria oriental que encuentra lugar en una provincia chica al sur de América Latina.


Un vaso. Un gato. Una grulla voladora. Un dragón. No son palabras arbitrarias, son posibles creaciones que se pueden confeccionar a partir del papel. Del papel y solo papel, papel que se trabaja con las manos, con paciencia de elefante y meticulosidad de artesano. Porque el origami, el arte de plegar papel, pareciera que no requiere más que concentración para traer al mundo una mariposa, una flor o una mujer nipona. Pero con la concentración sola no basta. El papel juega un papel clave en su propia transformación.

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Origami deriva del japonés oru, que significa “doblar”, y kami, que quiere decir “papel”.

El alumno escucha atento. Las indicaciones son estas: alejarse de lo clásico y lo académico para experimentar. “Armamos este taller combinado con técnicas de origami, que consiste en el plegado de papel, y de grabado”, empieza Nela Fajardo, profesora de Arte. “Lo que hacemos es combinar las dos técnicas y siempre usamos algún tema como disparador. Por ejemplo, para esta primera clase, el autorretrato”, completa Jimena Vera Psaró, licenciada en Comunicación Social. El joven asiente ante las explicaciones de estas artistas visuales. Esto sucede en el primer encuentro del taller de Origami y Miniprint que se dicta en 2T, dos talleres, espacio de arte, ubicado en plena avenida Rivadavia en el centro de La Rioja.

Pero para hablar de origami o papiroflexia, tenemos que volver el tiempo atrás y remontarnos a los primeros siglos de nuestra era. Surgió en China, y luego se popularizó en Japón. De hecho, el nombre origami deriva del japonés oru, que significa “doblar”, y kami, que quiere decir “papel”. El arte de doblar o plegar papel: una técnica milenaria oriental que encuentra lugar en una provincia chica al sur de América Latina.

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Fue antes del boom de Internet, antes de YouTube, antes de los tutoriales online. Cuando Jimena Vera Psaró (41) empezó a interesarse en el origami tenía 13 años. Una profesora de la escuela inspiró esa búsqueda que la llevaría a viajar a Córdoba para asistir a talleres de origami, a comprar libros temáticos, a participar de manera activa en asociaciones internacionales como las de España. De una manera silvestre, Vera Psaró empezó a nutrirse de lo que sería la piedra fundacional de esta disciplina: los diagramas, las simbologías, las diferentes técnicas.

El origami permite darle formas infinitas al papel

En cuanto a este movimiento en La Rioja, Vera Psaró sostiene que “es una actividad media solitaria, entonces no sabés si hay otro más (que lo practica). Sí debe haber más gente. Todos alguna vez hemos hecho un avioncito de papel, un barquito o un comecoco, que se abre y se cierra”, reflexiona la artista.

Por otro lado, Vera Psaró remarca los beneficios en la práctica del origami: “Es un recurso sumamente versátil: te da mucho con muy poco. No utilizás pegamento, no utilizás tijera. Cualquier papel sirve. Desde el envoltorio de un caramelo en la sala de espera en un consultorio a papeles especiales para origami. Papel que ves, papel que transformás”, subraya.

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La papiroflexia puede ayudar desde calmar ansiedades a entender mejor proporciones o fracciones matemáticas. “Con un pedazo de papel, que puede ser de diario o de revista, podés lograr muchas cosas. Yo creo que falta que las personas se animen más, porque no se conoce y porque se puede hacer absolutamente de todo”, cuenta animada Vera Psaró. Su primera figura fue una grulla: lo tiene impreso en el barbijo, tatuado en la mano. Lleva el arte de plegar papel en la piel como una bandera.

El taller de origami está destinado al público en general de todas las edades

Siguiendo las instrucciones -plegar, redondear puntas, hacer pliegues escondidos-, el joven alumno del taller termina de confeccionar la cabeza y el kimono de una mujer nipona. Vera Psaró recuerda el alcance que tuvo esta técnica en La Rioja: desde un taller en el jardín de infantes de la Universidad Tecnológica Nacional hasta en el Servicio Penitenciario, en el marco del proyecto Letras en Libertad, donde combinó origami y literatura para las reclusas.

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Después de realizar un pequeño vaso y convertirlo en un gato de papel, el alumno demuestra su conocimiento autodidacta: quiere terminar su primer encuentro dándole vida a un dragón. Las artistas plásticas se sorprenden ante la habilidad del alumno.  La profesora de Arte Nela Fajardo recuerda a Puente Alado que este taller se dará los días jueves durante todo el año, y estará abierto al público en general, sin importar la edad o la experiencia previa. De acuerdo a la cantidad de gente que se sume, el mismo irá mutando. Pero la base será el origami combinado con grabado, aunque no descartan pasar por diferentes temas.

“Hay algo colaborativo en el origami: el conocimiento se va pasando entre los talleristas, como una cadena de aprendizaje. Se genera una relación en el grupo”, remarca Vera Psaró. Al caer la tarde por su propio peso, la comunicadora y artista visual dice que, incluso el papel, en todos sus pliegues, tiene memoria.