Resignificar la chaya ¿el debate está abierto?

La decisión del gobierno de introducir la perspectiva de género en la leyenda de la chaya despertó la polémica por lo cultural, patrimonial y político. La necesidad de repensarnos versus la “bajada de línea” del gobierno instaló veredas de críticas, elogios y un gran interrogante: ¿Se pueden modificar las leyendas como parte de la transformación cultural? 


Adulteración. Así calificaron la iniciativa del gobierno algunos indignados e indignadas. Otros aseguraron que no se puede “resignificar” una obra literaria, y algunos creen que está en “perfecta sintonía con las demandas actuales”. En cualquiera de los casos no pasó desapercibida la intención de repensar una leyenda tan arraigada en la cultura popular riojana como es la chaya.

¿Qué es la chaya? ¿Quién construye las leyendas? ¿Quién las modifica? ¿Molestan las formas o el fondo? ¿A quiénes les molesta? Todas estas preguntas con muchas posibles respuestas se disparan con este debate.

Probablemente la mayoría de lxs riojanxs viva su febrero sin preguntarse demasiado qué o quién es la chaya, quién es el pujllay, porqué harina y albahaca, la quema o el entierro. Se vive en los barrios, en grupos, con amigues y con un festival de cinco días en grandes escenarios organizado por un empresario o el gobierno provincial. Hasta ahí nada que cuestionar ¿no?

Transformar

La polémica surgió cuando la actual gestión provincial introdujo otras características a una leyenda, para muchxs quizás desconocida hasta entonces. El objetivo fue introducir la perspectiva de género a la historia. No hablar del desamor entre los personajes y caracterizarlos a chaya como una mujer fuerte e independiente y a pujllay quitarle el mote de mujeriego. Y ahí explotó, como casi todo lo que es atravesado por el paradigma feminista en estos tiempos.  

Aparentemente molestaron las formas -no abrir el juego a un debate con otras o muchas voces- pero también la intención, donde la crítica más fuerte es la pretendida “bajada de línea” del gobierno provincial.

Fernando Justo, licenciado en Folklore, fue uno de los más críticos en este sentido. «Estos funcionarios usan la palabra resignificar, cuando la palabra correcta es en realidad adulterar, resignificar es querer atenuar, causar daño a la cultura popular», dijo a través de un escrito que circuló por las redes sociales.

En sintonía con Justo, la docente e investigadora Teresita Flores dijo: «Yo no creo que tengan que resignificar, porque no creo que tengamos que inventar una nueva leyenda. Es una creación de la gente, con las modificaciones que van produciendo las generaciones».

“La iniciativa surge a través del Educa Chaya, que apunta a enseñar la tradición y los valores de la chaya principalmente a través de la literatura para luego hacerlo transversal con otras ramas del arte. Se iba a hacer en un Rincón Infantil la narración en voz alta de la leyenda oficial de la Chaya. Cuando me la pasan veo que era una leyenda que no tenía perspectiva de género. Estaba centrada en Pujllay, se lo mostraba como mujeriego, fomentando el alcohol y basado en el amor no correspondido porque Pujllay no sentía el mismo amor que sentía Chaya por él, ella se va a las montañas y llora y ahí se convierte en nube”, explicó sobre la iniciativa Victoria Estrada, licenciada en Ciencias Políticas y coordinadora de Planes y Proyectos Educativos del Ministerio de Educación. 

“Pienso que está en perfecta sintonía con las demandas actuales, que afina con el corazón de los tiempos que corren; muy necesarios para repensar nuestras acostumbradas maneras de relacionarnos como sociedad, como cultura, como pueblo, como personas”, sostuvo el arqueólogo Claudio Revuelta para abrir el debate. 

El artista plástico, investigador y estudioso del tema Jorge Ponce por su parte agrega un elemento que nos lleva a pensar ¿quién decide sobre el contenido de las leyendas y cómo nacen?. “Lo del padre Gómez es una obra literaria, de un autor, no es un estudio antropológico y no podemos pretender modificar una obra literaria”, advirtió el autor del libro “La chaya”. 

El artista se refiere al cura Martín Gómez, autor del libro “Chaya Riojana – Leyenda – Sueño – Realidad”, de donde se toma gran parte de la leyenda que circula hoy. Incluso los libros escolares de La Rioja (“Activa” y “La Rioja y yo”) enseñan a las nuevas generaciones esa versión de la leyenda. Ahí habla de “una niña india muy hermosa que un día dolida de tristeza de su amor imposible hacia Pujllay -príncipe alegre y juguetón- desapareció en la montaña y se convirtió en nube”. 

Ponce propone un poco de historia para remontarse al origen de la leyenda por estas horas polémica: “cuando yo trabajaba en el Museo Folclórico, José Jesús Oyola presentó la leyenda de la chaya que él había creado y yo lo representé en cerámica. Eso era una creación literaria y a partir de ahí varios crearon la leyenda. Pero la chaya no es una leyenda, es un ritual agrario muy significativo para las culturas andinas”.

La historia «oficial»

Las críticas quedaron instaladas en los medios y en las rondas de café pero hasta el momento no surgió una propuesta concreta para otro tipo de debate, que sea abierto y plural como reclamaron muchxs.

“La vivencia de esta resignificación no me pertenece a mí, a Victoria (Estrada) o a alguien. Le pertenece a un presente que está reclamando que existen otras formas posibles de relación y de mundo”, sostuvo Aldana Cuello, licenciada en Filosofìa y directora de Innovación Cultural de la Secretaría de Culturas que también trabajó en la iniciativa.

La joven funcionaria y militante feminista explicó que “la leyenda de la chaya es un relato posterior a la conquista y, por eso, vale la pena pensar cuánto hay en ella de apropiación a las prácticas y saberes indígenas”.

Revuelta abonó en este mismo sentido: “Como dice (la socióloga boliviana) Silvia Rivera Cusicanqui, estamos viviendo un “Warmi Pachakutec”, no es un “pachakutec” (transformación) cualquiera, por el contrario está signado por el rol de la mujer, `es el tiempo de darse la vuelta del logocentrismo, androcentrismo de todo el poder masculino, que ya lleva dos mil años´”.

El director del Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales de la UNLaR advirtió que “la cultura no es una esencia, algo hecho una sola vez y para siempre, no es una pieza inmóvil en una vitrina del museo. Al contrario, vive, se transforma, abreva del agua de la historia pero camina también por nuevos senderos. Hay que abrirse, difuminar los rígidos contornos, dejarse permear”.

En medio del torbellino mediático, las preguntas continúan ¿Hay una manera correcta de modificar una leyenda? ¿cuál es? Cualquier resignificación propone reorientar o re ubicar el sentido de algo cuyo significado tomó nuevas características en un contexto determinado, incluso hasta fuera de él mismo.

Fue el mismo Justo, uno de los principales detractores de esta resignificación, quien advierte en algunas publicaciones que “la leyenda de la niña Chaya y el Joven Pujllay fue variando con el tiempo en la misma versión del Padre Gómez”. Entonces ¿la polémica es por la forma o el fondo?

Para el gobierno esta iniciativa es el principio. “La conversación, el debate y la reflexión están todavía abiertas, lo que se hizo fue una resignificación puntual y como ya lo venimos diciendo, incluso el mismo Gobernador, hay muchísimas visiones o miradas en función de las leyendas y las cosas que se puedan llegar a presentar en discusión”, sostuvo Luz Santangelo Carrizo, secretaria de Comunicación y Planificación Pública de La Rioja.

La funcionaria rechaza la denunciada bajada de línea: “no comparto que sea así. Tenemos una perspectiva, una posición tomada, que se le llame como quiera pero todos los proyectos políticos tienen principios, valores y un norte, y en función de eso se trabaja”.

Perspectiva de género

La resignificación propuesta por el gobierno tuvo el claro objetivo de introducir la perspectiva de género. Un medida arriesgada si pensamos que cada vez que el feminismo se sale de los lugares para los cuales estuvo históricamente reservado (la academia y las calles), incómoda y casi siempre a los mismos sectores. Sucedió dos años consecutivos cuando un concurso de microrrelatos de la chaya habló de la violación, o cuando el lenguaje inclusivo se coló osadamente en la academia con una “x” o una “e”.   

“La resignificación tiene que ver, no con salirnos de la esencia de la tradición sino todo lo contrario, es volver a la tradición para darnos cuenta que hay una construcción sobre la leyenda que no corresponde a la epistemología indígena que la contiene”, explica Aldana Cuello.

Para Heliana Gomez, feminista y docente de la UNLaR, la resignificación es necesaria “porque tradicionalmente esas historias fueron contadas por hombres, los únicos legitimados para escribir, investigar y transmitir conocimiento hasta el siglo 17 (con respecto a América Latina),  dentro de un sistema patriarcal androcéntrico que los privilegia”.

¿Es el fondo? “Siempre que se generen cambios trascendentales con perspectiva de género va abrir debate y discusión, la dominación cultural y elitista existe y es legitimada a través del sistema patriarcal, y con ello las verdades absolutas. Celebro la iniciativa de las compañeras de comenzar a instalar la perspectiva de género en todos los ámbitos”. sostiene Gómez.

Para Revuelta “algunas de las protagonistas de esta resignificación son, mucho antes que funcionarias, militantes activas del movimiento feminista en La Rioja, por lo cual acercan a las políticas estatales una mirada que representa a muchxs en todo el mundo”.

Luz Santangelo defiende la iniciativa que, asegura, es parte de una política transversal: “nosotros tenemos una visión como gestión de gobierno de plantear que la perspectiva de género pueda transversalizar todas las acciones y por eso mismo en lo personal me pareció que era un buen aporte. Tiene que ver con la batalla cultural poder abordar todos estos temas desde una mirada plural, integral e inclusiva”.

“Los feminismos comunitarios son contundentes cuando afirman que, aunque existía un patriarcado de bajo impacto anterior a la conquista, sin embargo el reemplazo de lo femenino por lo masculino es una característica propia de los procesos de colonización, que son siempre también -como dice Rita Segato- de modernización”, sentenció Cuello.

Debate abierto

Resignificar o no resignificar. Esa es la cuestión. Si bien las opiniones son muy diversas y hasta opuestas, de un lado y del otro coinciden en algo: hay que abrir el debate

“Me parece que no es el camino resignificar, sino propender a la investigación, de dónde venimos y determinar a dónde vamos. No creo que haya habido mala intención, pero cuando el poder tiene la palabra a veces puede parecer una imposición. El folclorismo es la utilización demagógica del folclore, y en el caso de la chaya hay una utilización demagógica de la chaya. No hay que pretender discutir sobre la chaya un día antes que comience la chaya, como se hace también con el tinkunaco”, agregó Jorge Ponce.

“Creo que ahora, después de esta acción que provocó ruido socio-histórico-cultural, es el momento para comenzar a debatir y resignificar la Leyenda Chaya con todas personas interesadas en la temática”, propuso la docente Heliana Gomez.

Claudio Revuelta también celebra un debate: “Sí, hay que abrirlo. Y en todo caso me gusta pensar que esta “resignificación oficial” es un acto de empatía y solidaridad con un colectivo enorme de compañeras que hablan por miles”.

“Ni los abusos, ni la violencia machista forman parte de este paisaje indígena. La violencia patriarcal es colonial. La chaya es amor al pueblo porque el cuerpo es territorio y los territorios se defienden, no se conquistan”, concluyó Aldana Cuello.

Si revisamos las opiniones, queda claro que alguien en algún momento le puso letra a la leyenda. Algunos dicen que es una creación del pueblo, otros le adjudican nombre y apellido a sus autores. Juan Zacarías Agüero Vera con su “Divinidades diaguitas”, el patriarca de la chaya José Jesús Oyola, el sacerdote Martín Gómez, entre otros, son legitimados por lxs intelectuales locales. ¿Quiénes son hoy “palabra autorizada” para interpretar las leyendas y tradiciones riojanas? El debate está abierto.