Quizá Goodfellas no sea la primera, pero casi sin dudas es la película de gángster que más veces vi. La considero la iniciación en una especie de tradición de un género que siempre me despierta interés. Aquí comparto mi visión sobre dos de las últimas que vi.
Un trío de criminales que no se conocen entre sí, es contratado para un trabajo aparentemente sencillo. Así inicia “No sudden move” (Steven Soderbergh, 2021).
Dos de ellos, Curt y Russo, solo deben cuidar a la familia de Matt, un empleado de la General Motors que tiene acceso a documentos en los que ciertos criminales están interesados.
Charlie, el tercero del trío, debe acompañar a Matt a su oficina y regresar con los documentos.
Por supuesto que el trabajo sale mal, la situación se pone violenta y allí empieza un entramado con giros constantes que se irán resolviendo a medida que el film se vaya desarrollando.
Soderbergh construye una película que se ubica perfectamente en los márgenes del Noir clásico. Aunque apuesta a diferenciarse en un tratamiento de la imagen que hace que todo se vea distorsionado. Algo de lo que sucede permanente en la película: nunca se acaba de saber quien es quien y para quien está jugando, ni cuando puede llegar a traicionar a sus compañeros. En fin y como en casi todas las películas de esta temática, cada uno juega para sí mismo y protege un círculo muy cerrado de personas. Muy pocos son capaces de sostener los códigos de los que casi siempre se jactan en ese mundo.
El director administra la información que va suministrando durante la película para mantener la confusión y se ocupa de que las palabras (todas ellas) sean extremadamente importantes, tanto para el espectador como para los personajes. Cada uno de ellos debe tener especial cuidado en las palabras que elige para hablar, cualquier equívoco en su relato puede hacer que devele una información que lo ponga en desventaja.
La información es un conocimiento sustancialmente importante, una herramienta para aprovechar y conservar para el momento adecuado.
Todo esto hace que casi no se pueda pestañear porque algún dato perdido puede ser trascendental para construir ese rompecabezas que se plantea en el film.
Hay algo desesperanzador en esta última obra de Soderbergh, como en muchas de los films de este estilo, los miserables solo reciben una pequeña tajada del botín o incluso nada. Y los poderosos siempre observan todo con la mayor comodidad.
Esto es totalmente autoconsciente y transparente, como dije antes, en este film las palabras pesan mucho. Y en el momento en que aparece el personaje que gobierna los deseos de todo el entramado, les dice a los ladrones (sin metáforas) que las reglas las hacen los poderosos, quizá los débiles tengan durante unos instantes la sensación de haber ganado, pero nada de eso es realidad.
Para esos momentos la imagen empieza a ser cada vez menos distorsionada como si todo volviera al lugar donde pertenece, tal como lo dijo el hombre que pone las reglas.
Hay que decir que el guión es todo lo entretenido que uno espera, pero también es cierto que tantos giros narrativos terminan siendo agotadores. Sobre todo cerca del final cuando todo se magnifica con una manipulación inexplicable, para lo correcta y coherente que venía siendo la película. Pero de todos modos “No sudden Move” deja una sensación satisfactoria.
Sangre mafiosa
Bad Blood es una serie que se ocupa de narrar el derrotero de Vito Rizzuto, un capo de la mafia italiana en Montreal en sus últimos años de dominancia.
En los primeros episodios Vito es encarcelado y la sucesión de su cargo genera muchos problemas. El Capo dispone que Declan, su mano derecha, quede a cargo de todos los negocios de la organización. Pero Nico Rizzuto (hijo de Vito) pretende ocupar el lugar que le pertenece por herencia.
La serie se enfoca en la relación entre Declan y Vito, una relación de amor y poder, de ambición y lealtad.
Desde la adolescencia las películas de gángsters llamaron mi atención. Es un mundo cautivador del que aún no puedo desprenderme (aunque jamás lo intentaría). En casi todos los films se plantean reglas, códigos y tradiciones que esos mismos films destruyen para que sus personajes añoren el pasado inexacto en el que los mafiosos eran más civilizados.
Fácilmente se podría construir un paralelismo entre los personajes que integran las mafias de unas películas y los que representan a políticos en algunas otras. Y es probable que uno pueda empatizar más con los criminales que con los políticos. Ambos mundos se parecen en algo en su representación dramática: hombres (aquí también la participación de mujeres es escasa, aunque algunas producciones recientes pretenden empezar a corregir esto) capaces de cualquier cosa para conseguir un poder mayor. Quizás la única diferencia aquí, sea que los mafiosos son capaces de ensuciar sus propias manos para hacerlo.
Que quede claro que estoy hablando de ficciones y no de realidades, por favor.
En Montreal el clan Rizzuto es el líder de una especie de sindicato criminal integrado por todas las bandas de gángsters de la región. El sindicato distribuye los negocios y de ese modo policías, políticos y mafiosos se mantienen con los bolsillos llenos, todos felices.
La ausencia de Vito desestabiliza el sindicato, y hace que agentes externos, quieran apoderarse de los negocios en la ciudad. La situación supera a Declan que aunque hace todo lo posible, no recibe la aprobación de Vito por su gestión durante la prolongada ausencia del Capo (6 años).
El imperio tambalea y eso hace que las traiciones empiecen a florecer por todos lados.
Las traiciones en la mafia, se traducen en muertes y una muerte en ese mundo se transforma en una multiplicación a veces interminable.
Esa primera temporada es bastante más que digna. Se ocupa con ciertas sutilezas de camuflar las obviedades para confundir y desviar la atención, y maneja con discreción los giros de guion para que no sean agotadores. La violencia es parte del cóctel, pero el foco está puesto más bien en las relaciones humanas, en las debilidades emocionales y las fortalezas intelectuales de sus personajes. Y en una especie de política de las mafias: acuerdos, tratados, negocios y manipulaciones que se acercan bastante a lo que narrativamente una serie de mayor carácter político como “El Reino” aunque Bad Blood lo hace con bastante más tino que la fallida serie argentina.
Los flashbacks se utilizan como recursos realmente necesarios que completan la narración y nunca para sobre explicar situaciones que están implícitas en el relato.
Otra de las virtudes destacables de la serie es que no necesita de los ridículos cliffhanger que convierten los episodios de series en papitas lays, que al final solo nos dejan con un paquete vacío en las manos.
Si bien nada hay de extraordinario, pero sí mucho de entretenido. No vuela muy alto pero tampoco defrauda como si lo hacen proyectos de mucho mayor difusión como Peaky Blinders o El Reino, por nombrar algunos. La justificación de mi postura frente a esas series quedará para otra ocasión.