Edgardo Gordillo: “Siempre hice arte para ser querido”

¿Quién es Edgardo Gordillo? Aquel muchacho que empezó con el teatro en La Rioja para curar la tartamudez que le generaba la timidez, y terminó dedicándole 50 años de su vida a las tablas. La pasión, su trayectoria, la vejez, la identidad sexualidad y el reconocimiento, en esta nota con Puente Alado.

Todo es emoción en el SUM de AMP. El gremio docente acaba de rendirle homenaje a la trayectoria de aquel ícono del teatro riojano. Edgardo Gordillo está ahí, sentado en la primera fila sujetando con las dos manos el bastón que hace tiempo lo ayuda a desplazarse. Casi no puede ver, pero no disimula la emoción. A sus espaldas entre el público muchos teatreros y teatreras, amigues que evocan recuerdos compartidos. Hay risas.

Edgardo es actor, director, dramaturgo, docente, y también incursionó en el periodismo. Gracias a su abuela que le enseño a leer a temprana edad, desde niño también escribió poesía y pequeños cuentos.

Fue un muchacho muy humilde de una familia bastante aristocrática, “y muy metida en la historia de La Rioja: Los Gordillo”. Vivió varios años en Europa y dedicó su vida al teatro, el mayor tiempo en La Rioja.

La vejez le genera un miedo confeso, pero no lo intimida. Lejos de pensar en retirarse de una vida dedicada a la actuación, a sus 73 años sigue escribiendo y se proyecta dirigiendo un elenco próximo a crearse.

Sus comienzos

Edgardo Gordillo es quizás EL teatro en La Rioja. Aunque asegura no haber tenido nunca un “talento espontaneo”, motivo por el cual siempre estudió y se formó a través de numerosas becas, cuando se piensa en la huella del teatro riojano, indefectiblemente aparece él.

En pleno homenaje de la Asociación de Maestros y Profesores se proyecta un video que lo muestra entrevistado por su par Pano Navazo. El público escucha con atención lo que Edgardo tiene para contar. Un repaso por su vida. Fuma, recuerda, se conmueve, se divierte y ríe.

Allí recuerda sus orígenes, cuando Alberto Santiago se instaló en La Rioja y hasta allí llegó él buscando curar la tartamudez que le generaba la timidez. A los seis meses estaba “curado”, y al año debutando con la obra “Un ángel para Julia.

El camino en busca de la formación teatral le permitió salir de la provincia e ingresar a la comedia nacional, donde actuó en tres obras y se codeó con María Rosa Gallo, y Héctor Alterio.

La pasión, como yo la entiendo, es la energía de la vida. El dejarse llevar por la energía de la vida. Creo que la vida tiene suficiente fuerza para conducirte, y que no estamos dispuestos a la aventura de tirarnos al rio. Siempre vivimos todo casi de una manera mediocre, los sentimientos, los placeres. Se ama de una manera muy superficial, no hay entrega, no hay el jugarse por el otro, no hay el penetrar en el mundo, no solamente en el cuerpo del otro, en el mundo interior y maravilloso que tiene el otro ser humano. (Edgardo Gordillo en la entrevista que Pano Navazo le realizó en “Conversaciones”, programa que emitía FM El Pasillo)

El camino

Edgardo se define como una persona sumamente insoportable, pero inquieta, algo que al mismo tiempo se convirtió en una virtud que le permitió fundar la Comedia riojana.

Se identifica con el teatro “popular” y “eminentemente riojano”, ese que Víctor María Cáceres “había entendido tan bien”, asegura.

El director riojano sostiene que durante su camino teatral, y por prejuicio, los actores y actrices de la época se volcaron al teatro experimental con el cual representaban las obras en el salón del Colegio Nacional. Se ríe cuando recuerda las obras donde el público estaba integrado por tan sólo ocho personas, pero entonces se conformaban diciendo que se trataba de “los más inteligentes”. “Una estupidez”, remata.

Las transformaciones que vivió el teatro a lo largo de las décadas, estuvieron acompañadas con las que atravesaron la sociedad y le permiten hoy a Edgardo hablar de su sexualidad, en pleno siglo del movimiento feminista y el reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual. Pero en aquel entonces no fue fácil.

Él vivió en carne propia y en su carrera el prejuicio, la discriminación y el odio por su sexualidad. “Fui muy despreciado en La Rioja. Fue terrible. Tan es así que llevo más de 60 obras hechas y nunca hice un gay, y nunca hice una mujer”, reflexiona.

La patria es el lugar de los afectos. Es el territorio de la infancia como decía la Gabriela Mistral. Es decir, eso que verdaderamente nos dio sentido. El olor del terebinto del fondo, el pedazo del gallinero que quedó en el fondo de la casa donde jugábamos. Todo eso es la patria. (Edgardo Gordillo en la entrevista que Pano Navazo le realizó en “Conversaciones”, programa que emitía FM El Pasillo).

 

Un legado y el reconocimiento

Edgardo Gordillo tiene muy claro cuál fue su aporte al teatro riojano: “una cierta sistematización”.

Asegura que hasta ese momento, quienes se subían a las tablas “creían que cualquiera podía hacer teatro memorizándose la letra, y alguien que le decía movete para acá o para allá, o copiándole al director cómo lo decía”.

“Yo aplico un método Stanislavski, que lo estudie con un alumno del gran maestro ruso”, explica Gordillo en referencia a Konstantín Stanislavski.

Convencido de que su gran aporte al teatro fue “la posibilidad de que se creara el profesorado, en realidad un conservatorio nacional de arte escénico, el segundo en todo el país. Pero los vaivenes políticos lo trasformaron en un profesorado, con lo cual hoy está saliendo gente que no es ni chicha ni limonada”, remata con desenfado.

Hace cinco años que no actúa, ni dirige, pero sigue escribiendo. Durante el 2018 ya recibió cinco premios a eso “que uno no lo hizo trabajando, lo hizo jugando”, dice en referencia a su trayectoria teatral.

El día del homenaje Edgardo anunció la creación de un nuevo elenco en el gremio AMP, y aunque la vejez lo encuentra con una salud bastante deteriorada por la diabetes, la musculopatia, y algo de ceguera, sigue aferrándose al teatro.

“Se que me va a costar un horror porque apenas puedo moverme a la mañana, pero lo voy a hacer, porque representa la continuidad de la vida. Hasta este momento era famoso por ser el viejo que estaba en la reja que da a la calle (en su casa), como una cárcel, pero ahora veo la actitud de mis amigos por sacarme, y me emociona”, sostiene.

El último homenaje fue para él algo inesperado. “Ser admirado no me interesa. El afecto de las relaciones humanas es lo más importante, yo siempre hice arte para ser querido”. El telón no se baja. Sigue la función.


28 de noviembre de 2018