Los reunió su paso por el profesorado de música y los diseminó, otra vez a sus lugares de origen, la pandemia. Aún así, los integrantes de La Montonera siguen soñando con llevar a los escenarios la música de sus pueblos. Ganadores del Pre Chayero en 2019 y de la Pre Chaya en 2020, los jóvenes músicos saben que hoy, las redes sociales son su principal contacto con el público


Por Álvaro Vildoza*

Como para millones de reuniones este 2020, el punto de encuentro para la entrevista es una videollamada. Desde Famatina se presenta el cantante del grupo, Matías Lefoll; desde Portezuelo, en el departamento General Juan Facundo Quiroga, el percusionista Federico Carrizo; Federico Oropel, el bajista, y Ángel Ruartez, el violinista, se presentan desde la Capital, aunque el primero es nacido y criado en Chepes, y el segundo, hijo de chepeños. Bautista Caliva, el guitarrista del grupo, que no pudo asistir a la reunión, se encuentra desde marzo en Patquía.

A pesar de este año complicado, el entusiasmo de cuando empezaron, en noviembre de 2018, se mantiene. Pero los desafíos son grandes y requieren de mucho ingenio, prueba y error para resolver problemas que más que con lo musical tienen que ver con lo técnico.

El ritual de ensayos, entre horas de estudio, cambió de forma. La sincronía se hizo imposible, al menos hasta que vuelvan las clases presenciales. Este año, cada uno ensaya solo, ayudado por bases rítmicas que arman Ángel y Fede Oropel, que son los únicos que cuentan con una placa de sonido y micrófonos para grabar mejor. El resto del grupo graba su parte y la envía por whatsapp para ponerla en común.

Amor Prohibido, escrita por Maribel Caliva de Patquía. El grupo compuso la música en conjunto y la grabó en pandemia desde sus casas.

“Usamos instrumentos virtuales”, explica Ángel. “En el caso de la percusión, armamos toda una base de batería y luego Fede hace la mímica o también la puede grabar, más tarde los demás grabamos encima”. En cuanto a la voz, Matías tuvo que encontrar un lugar dentro del ropero de su casa para aislar mejor el sonido al grabar con su celular.

A Fede Carrizo, el desafío le tomó más tiempo y varios intentos, pero experimentar con el sonido le gustó. “Al tomar el bombo de la batería directamente con el micrófono del celular el resultado era muy latoso, muy agudo. Hice varias pruebas, tapé el micrófono, le puse cosas arriba. Por último conecté el auricular y el micrófono de ese auricular funcionó mejor, tomó mejor las frecuencias graves. Con eso pude enviarle algo mejor a Fede que después trabajó el audio. Fue complicado darle cuerpo al instrumento”.

Así fue que desde mayo, cuando todo indicaba que la pandemia los iba a retener en sus hogares por más tiempo, decidieron comenzar a trabajar en las maquetas, grabar, re grabar y editar nuevas canciones para publicarlas en sus redes sociales, conscientes de que deben mantener con novedades al público con el que lograron conectar.

Una buena noticia de la virtualidad fue que en junio, el programa de la TV Pública “Unísono” los puso en pantalla nacional. El programa federal de música independiente del Instituto Nacional de la Música tuvo como misión acercar a artistas de todo el país a los hogares de los y las televidentes.

Ángel, como representante del grupo, le preguntó a la docente y guitarrista Hulda Estrabou cómo había logrado participar del ciclo con Confluencia, y así se pusieron en contacto con la Secretaría de Culturas para enviar el material. En Portezuelo, la familia de Carrizo vivió la transmisión con tanta expectativa como ellos.

“Para nosotros aparecer en la TV Pública, vernos ahí, fue emocionante. A mí se me ponía la piel de gallina llegar a esa pantalla. Aunque no estuviéramos tocando ahí, en vivo, que estén pasando nuestro video, nuestra música, fue algo muy lindo y alegró a nuestra familia, a los que nos apoyan y nos guían. Para mí fue un muy lindo momento”, recuerda.

Conquista de escenarios y objetivos por cumplir

Cuando se subieron al escenario mayor del Chayero Sanagasteño, recién empezado el 2019, se trataba de su tercera actuación frente al público como grupo. El debut había sido en el Festival del Hachero, en Chepes, y la segunda, frente al jurado del Pre Chayero, que los eligió ganadores. Hasta entonces, sus interpretaciones de chayas y chacareras habían sido parte de ensayos y de algunas grabaciones profesionales con las que empezaron a mostrarse en la virtualidad.

Al año siguiente, también fueron los ganadores de la Pre Chaya. Su paso por los escenarios de los dos festivales más grandes de la provincia y de otros en el interior, los ayudó a presentarse en chayas y peñas y ser cada vez más conocidos entre sus pares. “Hicimos muchos amigos en el Patio de Peñas, que organiza la Secretaría de Culturas. A pesar de que sólo Ángel es de la capital, fue lindo, se portaron bien con nosotros. Compañeros del profesorado, más grandes, que estaban más avanzados en la carrera, se quedaban a escucharnos y nos daban algún consejo, eso está bueno”, cuenta Matías.

La Montonera en el escenario mayor del Festival de la Chaya 2020.

Las experiencias de los músicos de este grupo son diversas. Ángel, por ejemplo, comenzó a tocar el violín a los seis años, fue parte de la Orquesta Escuela Ministro Montivero, de las orquestas de los Azahares y la de la Escuela Polivalente, interpretando música académica. Fede Carrizo, por su parte, desde los diez años toca el bombo y grabó con un grupo folclórico de Portezuelo. En Patquía, Bautista acompañó en la guitarra al coro de la iglesia y luego formó parte de una banda de cuarteto.

Aunque el folclore estaba presente en la vida de todos ellos, recién con su llegada al profesorado y así, al estudio más profundo de la música, dejaron que el repertorio popular los cautive. El primer objetivo que se propusieron fue hacer arreglos de canciones conocidas, con las que el público pueda sentirse identificado y los recuerde.

Primer videoclip del grupo grabado en 2018 para promoción.

De todas maneras, aseguran que la búsqueda musical del grupo pasa por difundir letras y composiciones de sus vecinos, viejos poetas y cantores de los distintos puntos de La Rioja. “En el grupo todos tiramos para el mismo lado en cuanto a la dirección musical. Somos de distintos departamentos y sería bueno que el país conozca La Rioja, donde hay muchísimos compositores y lugares hermosos que se conocen a través de las letras”, dice Fede Oropel, que ya comenzó la búsqueda de letras y canciones que hablen de Chepes, y se reunió con Carlos Aguilera, un poeta del pueblo para explorar juntos sus composiciones.

Carrizo, en tanto, reconoce que es más difícil encontrar composiciones musicales que hablen de Portezuelo, que está ubicado a 11 kilómetros de Malanzán, la cabecera departamental, lo que lo motiva a escribir él mismo sus canciones. Matías, que mientras cursaba el primer año del profesorado, volvía todos los fines de semana a Famatina, está orgulloso de las zambas, valses y canciones que tienen a su pueblo como protagonista. De los cinco, es quien se reconoce más apegado a su hogar.

Sobre el futuro, ninguno sabe qué pasará cuando se reciban de profesores. Conscientes de las mayores posibilidades que les brinda la capital para crecer como músicos y profesionales, sienten la necesidad de buscar en sus orígenes y apostar por un proyecto que rescate las historias, paisajes y colores de sus pueblos.

“Soñamos con nuestro primer disco pero mientras tanto, vamos grabando singles, y los vamos cargando a las redes, YouTube y Spotify. Queremos seguir buscando temas de cada departamento y hacer un disco solo con eso. Es un sueño por cumplir, un objetivo. Somos muy riojanos a la hora de hacer temas. Quién dice, si como dijo Fede, nos ponemos a escribir”, añade Matías.

Para el año próximo, si las clases no vuelven a ser presenciales, piensan retomar separados las grabaciones que quedaron truncas en marzo de 2020. Esperan que Federico pueda encontrarse con su batería y grabar más cómodo en un estudio, y que Matías pueda grabar las voces en un estudio de Chilecito.

La Montonera, el nombre de la agrupación, hace referencia a los grupos de milicias formados en una localidad que eran liderados por los caudillos en las luchas contra las injusticias. Es un homenaje a esos combatientes riojanos, tantas veces anónimos que protagonizaron nuestra historia y dieron su vida en las contiendas. La música, en este caso, es un medio por el cual esas voces y memorias llegan a los escenarios, conmueven al público y lo encuentran nuevamente con sus raíces.

*Periodista y realizador audiovisual riojano, desde La Plata

Fotografías: gentileza de La Montonera (autor: Elías Puentes)