«Luciérnagas» para sanar: Biblioteca Hospitalaria Móvil

“Luciérnagas del mundo: uníos para que la noche ciega de los hombres tenga solo tropiezos de ternura”, escribió Ariel Ferraro. Ese texto inspiró el nombre de “Luciérnagas”, la Biblioteca Hospitalaria Móvil del Hospital de la Madre y el Niño de La Rioja.

Nos encontramos con Horacio en el hall central del hospital. Juntos recorremos las instalaciones mientras detalla cuáles son las tareas que allí se realizan. Pasamos por los servicios, las salas, los espacios recreativos. Después, ingresamos a una pequeña habitación llena de color. Hay una mesa con cuatro sillas infantiles, un corralito de juegos, algunos juguetes, lápices de colores y un dispensario de medicamentos adaptado para libros. “Este es el que sacamos a pasear”, dicen entre risas Horacio y Gustavo, para luego aclarar que “está hecho a pulmón”.

En realidad, esta biblioteca recorre pasillos y salas de pediatría visitando a los niños y niñas, para ayudarles a transcurrir las horas que les llevará su recuperación.

Desde enfermedades respiratorias hasta afecciones crónicas como HIV, parálisis, cegueras y otras dolencias, ocupan las batallas que se dan cotidianamente allí. Cada fin de semana, la guardia central del Hospital atiende, aproximadamente, 300 casos.

En ese contexto en el que la vulnerabilidad está a flor de piel, un grupo de trabajadorxs autoconvocadxs del hospital impulsaron y dieron forma a esta idea que surge a través de los libros pero que tiene una proyección mucho más grande.

Horacio Romero trabaja en el área de Farmacia, Gustavo Nieto en Pediatría y Graciela Gómez en Salud Mental. Juntos, vienen dando forma a este proyecto que surgió a principios de 2018.

 

“Lo primero que hicimos fue abrir una página de Facebook para reclutar voluntarios. Inmediatamente comenzaron a llegar mensajes de gente que quería colaborar y capacitarse para la tarea”, cuenta Horacio. Y así, se acercaron estudiantes de Letras, Trabajo Social, Medicina, Terapia Ocupacional, Arte; docentes de jardines de infantes,  jubilados, adolescentes… todxs queriendo ayudar.

De 120 inscriptos, 70 se capacitaron con l@s abuel@s “cuentacuentos” de la Universidad de la Tercera Edad; y 30 voluntarios concurren actualmente a leer cuentos en el hospital, los fines de semana por la tarde.

Paralelamente, comenzaron las donaciones para armar la biblioteca.

En este tipo de acciones toda contribución se torna sumamente necesaria. Desde capacitaciones, elementos, trabajo operativo, libros de lectura para videntes y no videntes, audiolibros, juegos didácticos, pinturas, disfraces, tiempo etc. etc.

“Hay muchas formas de hacer voluntariado. Por ejemplo, el otro día vinieron a pintar y forrar latitas de arvejas para portalápices que acompañarán a los mandalas a cada habitación”, detalla Horacio.

“Cada acción para nosotros implica un compromiso de tiempo, de dinero, de proactividad y organización”, explica Gustavo. “Ahí es donde la ayuda de la Biblioteca Popular Mariano Moreno es clave, porque nos brindan un soporte técnico que nosotros solos no podríamos abordar”.

 

Alegría reparadora

“La idea es modificar la ecuación Hospital=Enfermedad, por Hospital+Cultura=Salud. Por otro lado, que el niño que se va del hospital recuperado, el día de mañana recuerde que alguien pasó a contarle un cuento y pueda seguir en contacto con los libros desde el hogar. Además aquí viene gente del interior que nunca vio una obra de teatro porque no tiene acceso a eso”, dice Horacio.

“Es un aditamento que ayuda a la recuperación. Que un niño vea un payaso hace que se olvide de las inyecciones y los llantos. Paliás el trauma con distracción y alegría. Hay chicos que están un par de días pero hay otros que están meses. Es jorobado estar mirando las paredes de un hospital”, agrega Gustavo. “La gente se sorprende cuando llegas a hacerlos reír en sala de espera, pero se prenden y empiezan a contar chistes… cambia la energía, el tiempo pasa más rápido y se genera otro ánimo para seguir esperando”.

Y es que la razón de ser de esta Biblioteca Hospitalaria Móvil comienza con acciones concretas pero cada vez se abren nuevos horizontes a la hora de alivianar las tensiones de quienes llegan al Hospital en busca de asistencia.

“Yo hago de camillero los fines de semana. Bajo a los chicos al quirófano con peluca y naríz de payaso. Nos reímos un rato mientras jugamos carreras imaginarias. Se ríen ellos y los padres también, aunque suelen estar más preocupados por las cirugías”, cuenta Horacio.


Proyección

“Nuestro objetivo está cumplido. Ya pusimos en marcha esto y mientras haya voluntarios, no va a desaparecer”, afirma Gustavo.

Este dato no es menor, si se tiene en cuenta que el proyecto se sostiene con la voluntad y el compromiso de ayudar. “Muchos chicos que llegan, se van emocionados. porque se conectan con lo que pasa en el hospital y con las luchas de la infancia”, remarca.

“Cuando ingresamos al hospital, teníamos expectativas de trabajar en un hospital de altísimo nivel. Esas expectativas fueron disminuyendo con el tiempo y con los problemas económicos del hospital. Algunos no nos resignamos a que eso pase y buscamos generar este tipo de proyectos que está más que comprobado que ayuda a la recuperación de quienes llegan al hospital”, dice Horacio.

Por otro lado, la capacitación es clave en este tipo de acciones. “Esta semana entró Oriana que es una chica ciega de nacimiento. Había que ir a contarle cuentos y no sabíamos muy bien qué hacer. Ahí es donde necesitamos más capacitación para redoblar esfuerzos”, analiza y adelanta los próximos cursos de braile y lenguaje de señas para próximas fechas.

Pero cuando de sanar a través del arte se trata, todo suma. De hecho, suelen acercarse coros, elencos, payasos y otros referentes culturales que traen alegría a los espacios comunes del Hospital. Actualmente se está armando un rincón recreativo para que los chicos salgan de la habitación y puedan disfrutar del arte y la cultura en comunidad.

“Mi sueño es que el día de mañana, haya dos carros de libros en los pasillos, disponibles para tod@s. No es un proyecto original pero sí es pionero en La Rioja. A veces nos asalta el temor de que roben los libros, pero si alguien se lo lleva es probable que lo necesite y que no pueda comprarlo. Si sirve, suma”, concluye Gustavo.

 

Si llegaste a este punto de la nota y creés que podés aportar algo, dirigite a la Fan Page “Biblioteca Hospitalaria Móvil Luciernagas” y ponete en contacto con ellos.

Podés participar con tu tiempo, juguetes, libros para bebés, niñ@s y adolescentes, pinturas y otros elementos que, seguramente, ayudarán y mucho.

La Rioja, 14 de julio de 2018