Jesuitas, aborígenes, industrias y fantasmas aparecen en los relatos históricos que contendrá el Parque Arqueológico y Natural Saladillo, un proyecto que marcará un antes y un después en el patrimonio cultural riojano y que podrá visitarse a partir de julio de 2021.


Esta nota comienza en una reunión de tres. Juan Carlos Giuliano es arquitecto, arqueólogo e historiador. Ana Mercado Luna es directora de Patrimonio General y Museos de La Rioja. Ell@s y yo, sentad@s en una mesa amplia que nos ayuda a mantener las distancias, nos disponemos a hablar de esta historia que tiene más de 400 años.

El Saladillo es una zona que está muy cerca de la ciudad, a 20 Km de la plaza principal. Se llega por el camino a Juan Caro que, antiguamente, unía La Rioja con Catamarca.

De los indígenas a la destrucción

El lugar contiene vestigios de una historia de 400 años: Los Pueblos Indígenas. La Reducción. Las Encomiendas. Nada. La Orden Jesuita. Nada. Los terratenientes. Gobernadores y políticos. Un ingeniero francés, su hija tuberculosa. Nada. Ganaderos. Militares. Abandono. Saqueo. Destrucción. Nada.

Esa es la historia resumida aunque, en realidad, Juan Carlos Giuliano lleva más de 35 años investigando el lugar.

Por allí pasaron pueblos indígenas que probablemente fueron reducidos y llevados a las encomiendas por la ocupación española. Así lo demuestran grupos de morteros y cimientos de asentamientos indígenas que allí se encontraron.

Morteros encontrados en el sitio

“Los primeros aldeanos se instalaban en construcciones circulares. Eran grupos de 25, 30 personas que habitaban el lugar en torno al cauce del río. Donde había un hilo de agua se asentaba cada familia con sus campos de cultivo”, explica Juan Carlos.

También, en la actualidad hay restos materiales de paredes de 3 o 4 metros de altura de la estancia jesuita que tenía como misión generar recursos a través de la producción para sostener el colegio jesuita de la ciudad de Córdoba. Era un colegio gratuito, abierto fundamentalmente dirigido a las elites indígenas a quienes pretendían darles un status de ciudadanos igual que los españoles. “Ellos sostenían que el indio es como un niño y tiene capacidad de aprender y transformarse en ciudadano, igual o mejor que el español”, detalla el investigador.

Vista de las ruinas jesuitas desde el fondo

En esta reconstrucción histórica, hay algunos puntos ciegos que aún hoy buscan alumbrarse. 

“Sabemos que después de los Jesuitas hubo una apropiación de los terrenos por parte de la familia Bustos. Vicente Bustos era el comandante de armas de La Rioja y es quien expulsa a los Jesuitas de La Rioja y se queda con las tierras, algunas las compraron a precios viles, pero la mayoría quedaron en su poder. El Saladillo, Sañogasta, Huaco terminaron en manos de la familia Bustos, familia de gobernadores que ya venían de la época de la colonia muy emparentados con los Brizuela y Doria”, cuenta Juan Carlos.

No hay mucha documentación de esa época. Por 1850 termina siendo dueño de esa zona don Natal Luna Bustos, quien además de ser el suegro de Joaquín Víctor González, fue también gobernador de La Rioja. Cuenta la historia, que fue el mismísimo Natal Luna quien recibió la oreja del Chacho Peñaloza como prueba de su asesinato en 1863.

El frente de la casona construida por el ingeniero francés

Pero volviendo al Saladillo… El político decide construir un ferrocarril entre La Rioja y Catamarca y convoca a un ingeniero francés, de apellido Laforgue, que llega con su hija adolescente tuberculosa. 

“Imaginate, ¡llegaba la peste invitada por el Gobernador! -bromea Giuliano-. El mejor lugar para ofrecerle entonces, fue la casa que hoy nos recibe en Saladillo. Natal Luna puso los materiales y el ingeniero la construyó. Para eso utilizaron las paredes de lo que era la capilla jesuítica”.

Dicen que en ese momento, era la casa más lujosa y moderna de la ciudad. Por su sistema constructivo, no había otra casa como esa en La Rioja. Tenía lujos que recién entraban al país.

Retomando la historia, la hija del ingeniero muere y sellan su habitación. “Esa parte de la casa quedó inaccesible. También el sótano era algo extraño para La Rioja, aunque en Europa era algo bastante común”, indica el investigador.

El ingeniero se va de La Rioja y continúa la explotación de la estancia con actividad ganadera. Es entonces que comienza a divulgarse la idea de que en el lugar aparece el fantasma del Saladillo: una mujer vestida de blanco que habla en “lenguas”. 

Y los datos siguen apareciendo… En la época de los militares, por la relación que tenían con los Luna Olmos (primos del juez Catalán y propietarios de la casa), utilizaron esa propiedad como centro de entrenamiento antisubversivo. “Esa es la razón por la cual el frente de la casa está lleno de balazos”.

Luego, con los años y el abandono, la gente empezó a buscar tesoros con la creencia de que los jesuitas dejaron allí algo. Cavaron y rompieron cualquier superficie que sonara hueca. “Toda la destrucción que se ve allí, es producto de la gente”, resalta Juan Carlos.

Un proyecto: Parque Arqueológico y Natural Saladillo

Ana Mercado Luna y el equipo a su cargo, son los referentes más directos del gobierno provincial para trabajar junto a Juan Carlos Giuliano y su equipo de investigación, la puesta en valor del sitio.

Equipo de investigación del Proyecto Parque Arqueológico y Natural Saladillo, junto al equipo de Patrimonio Cultural

Ella pone énfasis en la idea de que el patrimonio histórico y cultural debe estar al servicio de las comunidades. “De otro modo, ¿para qué serviría el patrimonio?”. Partiendo de esa premisa, Ana explica que la puesta en valor del Parque Arqueológico y Natural Saladillo es un proyecto de gobierno porque se involucraron todas las áreas. “Saladillo estuvo dormido durante muchísimos años. Hay una investigación exhaustiva del lugar. Hacía falta una decisión política y el gobernador Ricardo Quintela la tomó. La obra pondrá el patrimonio a disposición de la comunidad y la idea es hacerlo sostenible a través del turismo”, detalla.

Esta obra no sólo se trata de los restos materiales hallados en el lugar, sino también de lo que significa la zona como reserva natural. Es una región de yunga con una riqueza de flora y fauna impresionante, a sólo 20 kilómetros de la ciudad.

El parque contempla la materialización de tres circuitos que pondrán el foco en el periodo Prehispánico, el periodo Jesuita y el periodo Republicano (o de conformación del Estado nacional y provincial).

Render de la puesta en valor del Parque Saladillo

“Tenemos un nivel muy importante de metros de construcción encontrados en la ruina”, destaca Ana en relación a otras ruinas jesuitas de Argentina que fueron reconstruidas en gran parte.

Render de puesta en valor del Parque Saladillo

Otro desafío grande para los equipos es garantizar una accesibilidad al parque que sea una obra ejemplar en ese sentido, además de proveer servicios esenciales no sólo para turistas sino también para investigadores/as que visiten el lugar.

El objetivo es llegar a julio habilitando las visitas a la zona donde está la mayor parte de las estructuras y el parque natural.

Render de puesta en valor del Parque Saladillo

En una etapa posterior, se habilitarán visitas a un circuito que rescata la historia industrial de La Rioja, con hornos de fabricación de cal (desde 1650 a 1930) y fábrica de tejas, entre otras cosas.

Un antes y un después para La Rioja

Una historia de 400 años, un abandono de 300, una investigación de 35 y un trabajo intensivo de aproximadamente 2 años que vuelve inminente la puesta en valor de este sitio y la creación del Parque Arqueológico y Natural Saladillo.

“El impacto va a ser grande”, reflexionan Ana y Juan Carlos.

Por un lado piensan en la responsabilidad del Estado y de la comunidad para preservar la región del impacto ambiental y estructural que podría generar el desarrollo.

Por otro, los entusiasma la idea de que este parque sea uno de los principales motivos para que la gente venga a visitar La Rioja.

“Creemos que el Saladillo con sus tres circuitos y un contenido histórico tan fuerte va a ser una razón para atraer al turismo a la capital riojana”, sostiene convencida Ana.

La expectativa es grande, el trabajo también. Las casi dos horas de entrevista, la investigación y las imágenes que nos comparten, así lo demuestran.

Ana Mercado Luna y Juan Carlos Giuliano en las ruinas de la estancia Jesuita

La charla se va terminando pero necesito volver a una idea que quedó dando vueltas: 

Juan Carlos investiga el Saladillo desde hace 35 años. Llegó con el dato de que allí había un fuerte español, mientras escribía un libro de arquitectura riojana. “Ni bien llegué me dí cuenta de que eso no era un fuerte español”, recordó en un momento de la entrevista. 

Antes de apagar el grabador, le pregunto qué siente ahora: “Siento una gratificación personal de meta lograda -responde-. A cuanto gobierno fue pasando, le presenté proyectos que nunca les interesaron y esto hoy tiene un resultado. Yo no soy riojano pero desde el día que llegué, en 1980, La Rioja me dio todo y siempre sentí que tenía que devolver eso. Lo único que yo tengo es conocimiento. Si logro que La Rioja recupere parte de su historia o de los restos materiales de su historia, eso es un logro para mi”.