Laura de la Fuente y Luis Medina recorren América desde hace seis años. Su objetivo es llegar a Alaska y luego regresar a La Rioja. Junior, su perro caribeño los acompaña a todos lados. Por las redes la gente los sigue, les comenta y hasta los ayudan con dinero cuando les roban.
Laura (37) rodeada de verde y un vestido tipo indú recibe a Puente Alado en la casa de su suegra. Mientras ella prepara el mate, Lucho (37) y Junior disfrutan de la siesta riojana extrañamente fresca en febrero.
Laura y Lucho hicieron realidad el sueño que muchxs tienen y pocxs se animan a concretar. Desde hace seis años viajan por el mundo. “No somos turistas” aclaran siempre cuando la gente los interroga entre la admiración y la envidia.
Salvo el recorrido por Europa en una mothorhome prestada -un lujo que se permitieron solo por tres meses- su objetivo es viajar como un local. Comer, sentir, experimentar lo que viven las personas de los lugares a los que llegan.
Están juntos desde hace 16 años y hace ocho decidieron cambiar de raíz sus vidas. De tener trabajo estable, ella como productora en el Estado, él como gerente de una empresa, casa propia, vacaciones de verano e invierno y mucha familia y amigos en La Rioja, pasaron a rodar en la Tota -una volkswagen vanagon modelo 86- con su perro caribeño rescatado, Junior, y abiertos a lo que el universo les ofreciera. En esa van ya recorrieron Panamá, Costa Rica, gran parte de México, Estados Unidos y en pocas semanas vuelven a Vancouver para seguir recorriendo Canadá.
Pero el plan de origen era diferente. Mudarse a Panamá, donde tenían parientes, y luego ver qué hacer. Lo de “hippies nómades” vino después, explica Laura. En las últimas vacaciones que hicieron a Brasil en 2012 comenzaron a preguntarse por qué no quedarse ahí vendiendo choclos. Él venía de varios cuadros de estrés. De vacacionar con el teléfono al lado, que un domingo te llamen a las 10 de la mañana. Ella venía muy enroscada en la monotonía, en lo rutinario. Entonces Lucho le dijo: tenemos las dos manos, podemos hacer lo que sea. Y ahí comenzaron a organizar el plan de salida. No era solo empezar a ahorrar sino también a dónde iban a ir.
Para Laura la parte más dura fue la económica. Darte cuenta cuánto gastas. Decidieron ahorrar dos años en serio. Nada de salidas a comer afuera ni al cine. Y al principio lo podes hacer. Se dieron cuenta todo lo que gastaban en salidas innecesarias. Podes juntarte con tus amigos a tomar en tu casa y gastas un cuarto. Esta cuestión de sociabilizar para el afuera, de arreglarte para salir, de ir al cine, de los pochoclos. Y lo doloroso que era que mis amigas me llamaran para salir y tener que decirles que no. Les empecé a ofrecer que vinieran a casa, yo cocinaba y luego dividíamos. Después se aprovecharon de eso (risas).
Fue todo un proceso el ahorrar. El darte cuenta de lo atados que estamos al billete. Comenzamos a organizarnos para poder prever. Y en realidad nos dimos cuenta que mucho no podes prever. No sabes qué aventuras vas a tener ni con quiénes te vas a cruzar. Podes prever lo económico pero no el resto.
Dicen que Dios se ríe de nuestros planes. Lucho y Laura lo comprobaron. Él se fue primero y ella siete meses después. No estaba previsto que estuvieran separados tanto tiempo. Laura se quedó a alquilar la casa y a vender los muebles, cuadros, ropa, mientras Lucho buscaba un lugar donde asentarse en el Caribe.
Siempre les gustó viajar. Me enorgullece decir que conozco casi toda La Rioja y el país. Me falta el sur argentino. Conozco todos los países limítrofes. Mis souvenirs eran arte y artesanías de otros países como colchas de Brasil, Uruguay, Chile. Por eso para Laura su primer shock fue al hacer la venta de garaje. Estaba entrando a una vida inmaterial. Decidí quedarme solo con dos cosas: una colcha de alpaca peruana y un yembé uruguayo. Todo lo que era artesanías, adornos, vajilla, frazadas, todo lo vendí.
En esos siete meses eternos comenzaron las peleas por skype. Yo me había quedado con muchas cosas por resolver acá, él tenía sus quiebres allá. Decidí irme sin terminar la tesis. Lucho estaba ya en Costa Rica trabajando en un lodge, un alojamiento sencillo construido en madera, apartado de la ciudad y rodeado de naturaleza.
Lucho fue el primero en tantear el terreno. Panamá es como un Bs. As. chiquito. Laura reconoce que no les gustan las grandes ciudades. Nos gustan los lugares sin ruido, trafico, bochinche. Él me cuenta que va a recorrer el país y ver qué onda. Y comienza a recorrerlo con mochila. Se da cuenta que no es tan difícil. Que hay voluntariados donde a cambio de trabajo te dan alojamiento y comida. Entonces decide andar un poco más. Cuando llega a Costa Rica le ofrecen hacer un voluntariado en un lodge en el mar Caribe, en la selva y después de un tiempo le ofrecen hacerse cargo del lugar. Ahí nos encontramos con la idea de estar solo unos meses.
Laura se adaptó muy rápido. Es un lugar re chiquito, en Puerto Viejo, era un pueblo super hippie, bohemio, con una comunidad afro caribeña. Muy distinto al resto del país. Era un lugar muy único respecto a la selva y la fauna marina. Muy especial. Esos países de Centro América como Panamá, Nicaragua, Costa Rica, son más chiquitos que La Rioja. Así que hicimos base ahí en Costa Rica y nunca dejamos de movernos. Nos quedamos ahí tres años.
Durante esa época tuvieron la posibilidad de hacer una especie de paréntesis y recorrer catorce mil kilómetros por Europa. Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Republica Checa, Polonia, cruzamos luego a Croacia, Italia y España desde donde nos tomamos un vuelo para conocer el desierto de Sahara en Marruecos. Luego volvimos a Costa Rica. Esa fue una prueba piloto. Ahorrar plata para hacer ese viaje y con ese estilo de vida. Entonces al regresar nos compramos nuestra motorhome a la que bautizamos La Tota por América.
La idea no es viajar en plan turista. Laura explica que Europa fue una excepción porque no estaban trabajando y los limitaba el tiempo. Les quedó pendiente hacer lo que hacen actualmente:, vivir la ciudad, pararse, recorrerla como un local. Además de ser caro yo no puedo andar a ritmo turista todo el tiempo. Es agotador. No puedo andar ni al ritmo de La Rioja. Para mi es super cansador. No digo que no lo disfrute pero al estar acostumbrada a moverme mucho más lento y relajado, tener una agenda programada cada día me deja muerta.
En Costa Rica hicieron vida local. Después todo fue mutando. En la Panamericana conocimos muchos viajeros que van desde Argentina a Alaska o desde Alaska a la Patagonia. Esa ruta de Panamá a Costa Rica por el Caribe era una ruta común. Ahí nos dimos cuenta que viajando de ese modo podíamos manejar nuestros tiempos. Que realmente el tiempo pasaba a ser de nosotros. Que de ese modo las necesidades eran muy pocas. Y, a nuestro favor, Lucho es habilidoso a nivel mecánico así que eso nos ahorró algunos dolores de cabeza.
Ahi conocieron a Ford Quaterman, el amigo gringo con el que luego también recorrieron Europa, Argentina y Estados Unidos. Ford ama Latinoamérica y junto a otros coterráneos crearon Gringos TV. Se van a algún país, descubren la cultura, la recorren y monetizan las visitas a través de las redes.
En esos primeros tres años Laura terminó su tesis en medio de la selva y comida por los mosquitos. Y fue también el momento en que experimentaron el amor a primera vista. Adoptaron a Junior, su perro casi humano al que encontraron desnutrido y que hoy recuperado va con ellos a todos lados. Viaja en avión, colectivo, auto y motocicleta. Y en Facebook e Instagram tiene miles de seguidores.
Ya recibida de licenciada en comunicación social, Laura trabajó como recepcionista de un hotel, de un spa, fue bar tender, mesera, limpió casas, trabajó en jardinería, como niñera, asistente de wedding planer, en granjas en México y en EEUU, y cuidó una señora con Alzheimer. Incluso como guía turística en el Caribe conoció a un millonario afroamericano, productor de Hollywood que recomendaba el lodge y el servicio de Laura como guía a figuras del ambiente del cine como Dylan MacDermot y la actriz Maggie Q.
En EEUU, en Georgia trabajaron para arreglar la Tota y siguieron recorriendo México, después de estar varados varios meses en Playa del Carmen por falta de repuestos. Conocieron Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Guadalajara. Después volvieron a entrar a EEUU para continuar recorriendo, esta vez la Costa Oeste. California, Arizona, Oregon, Washington.
El cristal con el que Laura y Lucho ven el mundo también tiene que ver con su riojanía. Laura reconoce que tuvo varios shocks pero sobre todo culturales. En Marruecos, la población musulmana se sienta a rezar varias veces al día, comen caracol, cus cus. El tener que andar mas cubierta porque si no te sentís observada. Eso fue fuerte. Después en Amsterdam lo liberales que son, lo avanzada que es la sociedad. La legalización de la marihuana, los coffee shop, la legalización de la prostitución. Cómo las chicas tienen sus propias vidrieras a metros de iglesias y jardines de infantes. No solo fue verlo sino que estaba muy naturalizado y aceptado en la sociedad. Ahí me di cuenta que eso es el primer mundo, sobre todo por la cabeza de los que viven ahí. Qué pasaría si tuviéramos que aplicar eso hoy en La Rioja.
El consumismo en EEUU también fue un shock. Pasé una navidad ahí. Ver la fiebre navideña: los adornos, los frentes de las casas parecen parques de diversiones, cómo compran regalos. Todo es consumismo. A un nivel un poco asqueroso. Yo que vengo como del otro extremo, fue fuerte. De hecho, hay gente que me regalaba ropa o zapatos nuevos. A mí, que estoy acostumbrada a usar las cosas hasta que le salgan agujeros o estén desteñidas.
Laura y Lucho se complementan. Él siempre busca la parte de aventura, la naturaleza, playas, montañas, selvas. Y yo busco mas como la onda cultural, los museos, cómo se manifiesta artísticamente cada población. Tienen miles de historias para contar, en especial de México y Costa Rica donde estuvieron por más tiempo. Pudieron profundizar más en sus costumbres y cultura. De hecho Laura comenzará a compartir muy pronto con los lectores de Puente Alado, gran parte de su recorrido, curiosidades, recomendaciones y unas imágenes increíbles.
Viajar los hizo ir derribando prejuicios. Estuvimos en San Pedro Sula la segunda ciudad más peligrosa de Honduras con la tasa de homicidios más alta del mundo, estuvimos en México. Bueno, nunca nos pasó nada. ¿Dónde nos vienen a robar? en Estados Unidos, en Atlanta. Andábamos en una camioneta de un amigo y estacionamos 15 minutos para ir a una pizzería. Se llevaron mi mochila con toda la tecnología: gopro, compu, etc. Después de eso la familia de nuestro amigo Ford organizó una campaña de recaudación de fondos, fue antes de navidad. Y lo loco es que pudimos recolectar el dinero para comprar todo de nuevo.
En todo este andar también perdieron. El nacimiento de sus sobrinos, la muerte de los abuelos Porota y Artemio. El compartir con la familia. Laura extraña también el cedrón para ponerle al mate y Lucho el asado. Pero también ganaron. Ganamos en seguridad. En sentir que todo es posible. En este sentido Lucho analiza la idiosincracia riojana. Los riojanos en general viajamos a Chilecito, a Catamarca y eventualmente salimos de vacaciones a Carlos Paz y pará de contar. Y haber estado nosotros en la cantidad de países que estuvimos y en los que estaremos, me enorgullece. De poder haber roto eso. El viajar me dio esperanzas. La humanidad, la solidaridad. No importa el país, el idioma, eso se repite. Encontré mucha gente que piensa diferente. Mucha gente luchando para que las cosas cambien. En colaborar con la naturaleza, en ser autosustentable.
Claro que Laura y Lucho se preguntan, se cuestionan, dudan. Cómo voy a vivir, cómo me voy a ganar la vida. Después de haber hecho cosas tan diferentes, en diferentes países, haber tenido un montón de situaciones inesperadas, de quiebres, de ayuda no tienen miedo a emprender y a fracasar. No le temen a la incertidumbre. Antes les generaba miedo ahora los entusiasma.