Desde abril puede verse en la plataforma de la N roja la segunda temporada de la serie Andes Mágicos. Un episodio abre con la Laguna Brava como protagonista. Hablamos con los realizadores riojanos de esta hazaña, que se sumaron a productores de toda Sudamérica y enfrentaron todo tipo de complicaciones, en mitad de la pandemia por COVID-19.


Cuando la pirámide de la Quebrada de la Troya aparece en pantalla completa, a la gran mayoría de los riojanos se nos acelera el pulso, cuando escuchamos el acento de Facundo Carrizo hablando de lo que significa para él la montaña, sabemos que transmite algo que todos conocemos. Hoy, los paisajes riojanos ocupan un lugar protagónico en el estreno reciente de la segunda temporada de Andes Mágicos, una serie de la productora uruguaya Trailer Films que lleva la marca Netflix para distribuirse por todo el planeta. Pero detrás de ese orgullo gigante hubo un esfuerzo de igual medida.

Javier, Facundo, José y Emilio

Emilio Zárate y José Donaire, creadores de la productora riojana UnNoLugar, recibieron a fines de julio el llamado del productor en Argentina de la nueva temporada de la serie que recorre de norte a sur las maravillas del cordón montañoso que se extiende desde Venezuela hasta el fin del mundo, en Tierra del Fuego. La misión era casi imposible, pero nunca nadie dijo lo contrario. La propuesta era grabar en la hermosa Reserva Provincial Laguna Brava, al noroeste de la provincia, ubicada a más de 3000 metros sobre el nivel del mar… en plena pandemia y con restricciones de circulación entre los departamentos de la provincia.

“Estábamos volviendo a Fase 1. Cuando nos empezaron a contar la magnitud del proyecto nosotros no lo podíamos creer”, explica a Puente Alado Zárate, el productor riojano detrás de la grabación local. Desde Trailer Films les pedían que enviaran propuestas de historias de vida que tuvieran como locación principal la Laguna y los alrededores. Pero de nada servían historias impactantes si no podían registrarlas con la cámara. “Teníamos que tener los permisos y garantizarles a ellos que podíamos tener todo filmado en tiempo y forma. Eran unos 15 días, entre la comunicación e ir a filmar. Una locura”, completa Donaire, que tuvo el rol de director.

Desde Uruguay, Luis Ara, el creador junto a Alexandra Hardorf y director de Andes Mágicos, comenta: “La preproducción arrancó a principio de año, poco antes de que empezara la pandemia. Al principio pensábamos que era un retraso, pero cuando vimos que pasaban las semanas y los meses y el panorama seguía siendo complicado, buscamos un esquema de producción distinto”. Es así que optaron por producir desde el país vecino con los equipos que habían formado en Latinoamérica.En algunos casos, como en nuestro país, no había posibilidades de que esos equipos pudieran moverse entre provincias, así que decidieron contratar a productoras locales y capacitarlas en cuanto al formato de la serie. “Les pasamos todo el conocimiento y la capacitación de parte nuestra: así tiene que ser la fotografía, así se tiene que producir, las entrevistas se hacen con estas preguntas, si pasa aquello se contesta esto, si pasa lo otro se contesta de otra manera”, define Ara.

En tiempo récord, Emilio, José y Carolina Donaire, que asistió en la producción y la logística, se contactaron con amigos, periodistas y fotógrafos de Villa Unión que pudieran ayudarlos a encontrar las historias de vida que debían proponer. “Mandamos cinco o seis historias y de ahí vino la espera eterna para nosotros, mientras hacíamos todo para salir a filmar”, cuenta José. Se conectaron con distintas áreas del gobierno provincial para explicarles la posibilidad de grabar y pedirles colaboración en los permisos y autorizaciones sanitarias para poder llegar desde la Capital hasta la Reserva.

Un rodaje en pandemia

Con el “sí” del gobierno y de Trailer Films, el equipo conformado por José y Emilio, Carolina, Santiago Domene como primera cámara, Ricardo Benitez en la segunda cámara, Leonardo “El Bucha” Macchi piloteando el dron, Javier Avellaneda como director de actores y entrevistador y Luciano Marengo en el sonido, cargaron cámaras, trípodes, micrófonos, baterías y cables rumbo a Jagüé. La idea original, cuentan desde UnNoLugar, era pasar a buscar al protagonista de la historia y seguir hasta la Laguna, grabar, acampar ahí y volver. “La historia que ellos habían elegido era la de un alfarero que vive en un pueblito cerca de la cordillera, y su conexión con la montaña era ir a buscar a Laguna Brava la materia prima con la que él trabajaba, se inspiraba en animales de la zona, en la fauna de la zona para crear sus piezas”, explica José.

Cuando llegaron a Jagüé, con una comitiva detrás y los autos fajados por protocolo, se encontraron con un piquete, con parte del pueblo cortando el acceso. Para José y Emilio, como venían desde la Capital y ahí se concentraba la mayoría de los casos registrados de COVID-19,  ellos eran percibidos como una amenaza. “Ahí comenzó una odisea que fue empezar a dar garantías a la gente para que se sintiera tranquila, porque teníamos todos los permisos, teníamos permisos del gobernador, del intendente, hisopados negativos de todo el equipo. Pero no nos dejaron pasar, nos volvimos a dormir a Vinchina y al otro día volvimos a la ciudad”, recuerda Emilio.

Durante el viaje escuchaban en las radios locales que había una enorme confusión en cuanto a qué iban a hacer a la Laguna. En Jagüé se había conformado una asamblea vecinal así que durante varias horas, ya en la ciudad, Emilio y José decidieron comunicarse uno por uno con los vecinos por teléfono y por videollamada para explicarles la importancia de lo que iban a hacer y coordinar el paso por el pueblo para que se sintieran seguros.

Al día siguiente, salieron rumbo al segundo intento. Recibieron los resultados de un segundo hisopado negativo y comenzaron el viaje. “Cada vez que llegábamos a la entrada de un pueblo era esperar dos horas, hablar con la policía, explicar a qué veníamos, todo de nuevo. La cosa es que antes de llegar a Villa Unión estuvimos parados 8 horas en la ruta, como hasta las 3 de la mañana. Tanto esperamos ahí que nos dejaron pasar”. Estaban más cerca de la hazaña.Pero con lo que nadie en el equipo contaba era que iban a tener que hacer siete días de aislamiento antes de poder salir de Villa Unión. “Imaginate que en el plan de producción que habíamos hecho calculamos 3 días, máximo, para ir y filmar. Teníamos equipos alquilados, gente contratada…la productora de Uruguay esperando que llegue el material, así que empezamos en esta locura, les avisamos y nos bancaron. La promesa era que al octavo día estábamos en la Laguna Brava”, cuenta Emilio.

Día 6 de aislamiento. Se comunicaron con el protagonista de la historia y su respuesta los dejó helados. “Nos dice que el pueblo estaba convulsionado con todo esto y él no quería tener problemas. Nosotros le decíamos ‘¡pero vamos a estar con protocolos, distanciamientos, barbijos!’ Nos pidió disculpas, y se bajó del proyecto. Un día antes de filmar. Obviamente lo entendíamos, pero nos fuimos esa noche a dormir desesperados”.

Los Andes mágicos

Fue el universo, dice Emilio convencido. Al séptimo día no hubo descanso. Apenas se despertaron una foto en Instagram del famoso avión abandonado en la Laguna les devolvió algo de esperanza. El autor de la imagen era Facundo Carrizo, un guía de 21 años y fotógrafo de Vinchina. “Lo empezamos a stalkear, a ver sus historias, sus fotos. A las 8 de la mañana ya le habíamos escrito. 8.15 nos responde: ‘Vengan, vamos, hago los 15 días de cuarentena, no tengo problema’”.

“Ya teníamos a Facu pero teníamos que decirle a la productora que habíamos cambiado a último momento la historia. Pasamos de un alfarero a un tipo que se va a hacer timelapses nocturnos [secuencias de fotografías tomadas en intervalos, durante largo tiempo] a la Laguna. Le contamos con mucho miedo la propuesta nueva y a ellos les encantó”, cuenta José.

La crudeza del invierno a esa altura, los fuertes vientos se sumaron a la lista de complicaciones. “Fue una instancia de superación de todo el equipo. Todos nos apunamos. Había muchísimo viento, no se podía trabajar con el dron, con las cámaras, se volaba todo. Fue durísimo. El frío durante la noche, cuando bajó el sol, era tremendo. Era muy extremo”, coinciden.

Facundo Carrizo

A pesar de todo, el rodaje fue un éxito. Durante la primera jornada, por el viento, concentraron esfuerzos en hacer las tomas de seguimiento a Facundo, grabar la llegada de la noche y realizar los timelapses del refugio de montaña, cubierto de estrellas, donde durmieron. Al día siguiente, por una ventana de dos horas de tranquilidad al amanecer, pudieron hacer volar el dron y obtuvieron las imágenes que se ven en el capítulo de la serie, el esplendor de la Laguna y los flamencos volando. Ya de regreso, hicieron las tomas de la Quebrada de la Troya en medio de una tormenta de tierra que hasta hizo su aporte en la imagen final, en donde los cielos parecían blureados y la topografía se resaltaba aún más.

Siete minutos, una portada y ganas de más

Hasta el estreno, que fue el primero de abril, la espera del equipo riojano se hizo eterna y silenciosa, por el contrato de confidencialidad firmado con la productora. “Un mes antes nos mandan un mail con la portada de la serie con el refugio de Laguna Brava, todo de noche. Era la foto de uno de los chicos. Nosotros, lágrimas. Imaginate cuando entramos a ver la serie, cuando vimos el nombre del capítulo que decía ‘La Rioja’. Se te empieza a inflar el pecho, ahí fue una alegría impresionante. No sé cuántas veces vimos el capítulo. Filmamos dos días y son siete minutos. Todos en el equipo estamos muy contentos con todo el trabajo realizado. Fue una odisea, una lucha”.

Con varios años de experiencia en el rubro, los creadores de la productora sostienen con firmeza una idea con perspectiva de futuro. “Nosotros decimos que La Rioja no es tierra de caudillos, es tierra de artistas. Creemos que los caudillos nos pusieron en un punto en la Historia por su bravura, pero después hay infinidad de productos y de producciones y cosas a nivel artístico nos ponen en primera línea del mundo”, asegura Emilio.

Para llevar adelante esta producción, todo el equipo, tanto humano como técnico, fue de La Rioja. José y Emilio plantean que ese fue uno de sus objetivos principales. En una pizarra, en la productora, escribieron “De La Rioja al mundo” y su deseo es que haya más producciones íntegramente realizadas en la provincia en las diferentes plataformas que existen. “Sabemos que en La Rioja hay potencial, que no tenemos nada que envidiar. En la productora nos tuvimos que enfrentar un montón de veces con el típico ‘vamos a pedir esto a Buenos Aires porque es mejor’. Siempre le hacemos ver que acá hay gente profesional, preparada y si no está preparada lo hacemos lo mismo. Tenemos que confiar en lo que podemos dar. Esta historia es un hito para nosotros, marca que un producto íntegramente hecho por riojanos llegó a las pantallas del mundo”.

En el último mes, los ocho integrantes del equipo recibieron aplausos, felicitaciones y muestras de orgullo de todos los que vieron la serie. Desde la productora uruguaya también los felicitaron por su material. A Facundo Carrizo empezaron a contactarlo desde otros países para reservar con él una visita a la Laguna Brava. A los chicos de UnNoLugar les contaron que después del estreno hubo una ola de visitas a la Reserva.

“Sentir que la gente se ve reflejada en un trabajo es el mejor premio que podemos llegar a tener. Generar algo íntegramente riojano y que el riojano se vea representado en esa imagen, que le guste, que lo comparta, que se sienta orgulloso, a nosotros eso nos da mucha emoción”, cierran.


(Fotografías gentileza de los entrevistados)