Nazarena Rojo es la nueva directora de la Compañía de Danza Escénica de La Rioja y con su designación se abre una propuesta de transformación dentro del espacio oficial. Residencias artísticas, cuerpos diversos, debates y articulación con artistas del interior son parte de la propuestas de la joven directora. La danza como una herramienta para crear mundos diversos.


El 22 de marzo la secretaría de Cultura anunció formalmente que la Compañía de Danza Escénica Riojana tenía nueva directora. Que se había elegido por concurso contemplando antecedentes y proyecto de gestión. Que era Nazarena Rojo. Nachi, como la conocen todes. Su designación, según el jurado, llegó luego de una ardua deliberación. De ella contemplaron “la vinculación, perspectiva de género, integración de la provincia, claridad en el rol de directora, revalorización e integración de trabajadores y trabajadoras, y coherencia con las políticas de gestión artística y cultural de la Secretaría de Culturas”.

Junto a autoridades de Cultura en el anuncio del concurso

La Compañía que depende del Gobierno provincial tiene tres jóvenes años de vida. Al igual que el de directora, los cargos de intérpretes también son concursados y duran dos años. Luego de Marcos Ormeño, Nazarena será la segunda directora, la primera mujer, que tendrá ese espacio creado para revalorizar la disciplina en la provincia. 

En esta entrevista con Puente Alado habla de su proyecto, el que la llevó al cargo hasta el 2023. Ese que está empapado de una mirada joven, feminista, diversa. Qué busca federalismo, condiciones laborales justas, debates, oportunidades, cruces y desafíos.

-Desde tu mirada como artista ¿Qué significa que estos cargos sean concursados y que desde el Gobierno se apueste a una nueva mirada?

Nachi Rojo junto a intérpretes de la Compañía

-Desde mi mirada y quizás la de muchas personas, creo que es hacer un poco de justicia. Poder hacer y generar espacios donde todas las personas que sientan que pueden aportar algo, cambiarlos, transformarlos y modificarlos, participen y por lo menos tengan apertura a la escucha en alguna instancia. Hay que celebrar que se concursen los cargos y debería pasar en todos los ámbitos, porque de esa manera se puede seguir proyectando en espacios que son del gobierno, en este caso de la secretaría de Cultura. Creo que esa sola apertura de concursar cargos hace que las personas sepan que pueden ser parte de estos proyectos y lugares.

La compañía hoy está integrada por 12 intérpretes: Agüero, Leila; Aredes, Laura; Arellano, Leonardo; Cabrera, Mauricio; Capdevila, Santiago; Cesarini, Franco; De La Rosa, Nahir; Gutierrez, Daniela; Haiek, Xiomara; Moya, Sofía; Nieva Molina, Ana Sol; Pintor, Axel, y dos asistentes de producción: Luján, Noelia y Rivoire, Ana Carla

 

-El jurado que te eligió destacó, entre otras cosas, el proyecto de gestión que presentaste. Qué expectativas tenés para este espacio. 

-No sé si tengo tantas expectativas, pero sí tengo deseos. Deseo que este pueda ser un espacio abierto, que desde esta Compañía puedan generarse cruces con toda la comunidad. Que quienes deseen, tengan ganas o necesidad, puedan ser parte de alguna manera. Creo que eso es lo que construye y hace que los espacios puedan proyectarse y se sostengan en el tiempo, también como espacios laborales.

Su proyecto para el concurso, que un jurado ponderó y eligió, tiene como un punto fuerte generar residencias artísticas. Pero también una ambición a partir de eso.

– Para las residencias se abre una convocatoria en la que pueden participar todas las personas que deseen: bailarines, bailarinas, intérpretes, coreógrafos, coreógrafas, directores, directoras, para poder trabajar junto con la compañía durante un tiempo y generar una producción final. Pero la idea sobre todo es poder generar cruces, que son los que van enriqueciendo los procesos. Creo que es algo que le sirve a la compañía, a los intérpretes y a mí. Y también al resto de la comunidad, que pueda encontrar acá un espacio laboral al menos temporal.

Con las residencias artísticas la idea es generar varias convocatorias donde se tome un registro del trabajo, escrito, audiovisual y fotográfico. Y quizás algo un poco ambicioso es que al final de mi gestión, en estos dos años que siguen, concluir con un documental que salga desde este espacio, sobre la danza en La Rioja, también la danza como trabajo. Que permita generar cruces con diversas personas que empezaron a bailar en La Rioja, generar espectadores y crear espacios donde se va a ver danza. Eso me parece súper importante y súper enriquecedor.

El proyecto también contempla el armado de circuitos por el resto de departamentos: “Para generar intercambios, llevar una obra y ponerla junto con la de personas de los otros departamentos, que hoy no tenemos idea cómo trabajan pero iremos dispuestos a aprender y quitar a la Capital del lugar del saber. Porque el saber no es sólo de la capital, todas las formas de hacer artes escénicas, danza y teatro son súper ricas. Y cada una de las formas de hacer son en general supervivencia.

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-¿Cuál es hoy la situación y realidad de la danza en La Rioja. Qué crees que le falta a la disciplina en la provincia? 

-La danza en La Rioja hoy está tremendamente afectada, la pandemia hizo ver que hay una gran demanda y necesidad de trabajo en danza. Mucha gente tiene academias y espacios propios donde generar su trabajo y la pandemia afectó muchísimo a los y las trabajadoras. En general las academias no tienen lugares propios sino que alquilan espacios, pagan impuestos. De hecho muchas academias de danza tuvieron que cerrar por eso. 

-Creo que la danza está bastante visibilizada en la provincia. Es impresionante la cantidad de personas que trabajan en La Rioja y justamente por eso se crean espacios como la Compañía. Hay una demanda y un montón de personas necesitando generar lugares para poder trabajar de y con la danza.

-En cuanto a políticas públicas, creo que falta muchísimo en relación a nuestros derechos como trabajadores de la danza. Darle lugar y espacio al debate sobre cuáles son las diferencias de nuestro trabajo que es muy específico, que es ciento por ciento con nuestro cuerpo, que muchas veces es un riesgo porque está completamente expuesto. Cuáles tienen que ser nuestras condiciones laborales y qué derechos hay por adquirir. Hay diferentes organizaciones que están generando espacios de encuentro para debatir sobre esto.

-Es necesario generar más espacios de trabajo en danza, que quienes hacemos o producimos obras podamos acceder de una manera un poco más fácil a los espacios para producir, a salas, iluminación, cuestiones técnicas, espacios de ensayo en general. Las salas acá son muy poquitas y siempre tenemos que pagar por hacer, pero no ganamos por hacer o producir. Hay que buscar alguna forma de incentivar a la producción. En el caso del teatro existe el Instituto Nacional del Teatro donde podés conseguir este tipo de beneficios para producción de una obra o beca de estudio. Buscamos que se pueda crear una especie de Instituto Nacional de Danza, que además sea el ente regulador de nuestras condiciones laborales y derechos. Siento que cada vez somos más y con mayor conciencia, y eso es lo bueno.

MILITAR LA DANZA

Cuando le pregunten quién es y luego de excusarse por tratarse de “una pregunta compleja”, dirá de ella: 

Soy “Nachi” Nazarena Rojo, directora, bailarina y lesbiana. Creo que si tengo que darle un nombre a lo que soy, es todo eso. Siento que todas las experiencias que pasé en mi vida me formaron e hicieron un poco lo que soy. Desde los modos de amar y las personas con las que elegimos compartir, a veces no tan elegidas, me hicieron estar donde estoy.Por expreso pedido periodístico hará una introspección y traerá a la superficie un recuerdo de su infancia, quizás ese que más la marcó para seguir el camino de la danza. Luego vacilará entre su formación académica y Casa Güemes para contar quién es y cómo se hizo. Que la danza es parte de su vida. Que bailó desde muy pequeña y seguirá haciéndolo, aunque no recuerde cuándo ni cómo empezó. Solo sabe que ella lo eligió.

-Mi formación en la danza fue sobre todo, o más intensamente, en la licenciatura en Arte Escénico en UNLAR, es donde más construí mi mirada y mis formas de hacer. Siempre encontré un cobijo o un espacio donde poder repensar todas las prácticas de la danza, de la dirección y la vida. Tuve el encanto de cruzarme con personas muy hermosas que me hicieron crecer muchísimo, y siempre me llenó de dudas. Entonces esas dudas son las que hacen que quizás me movilice para algunos lugares. También mi formación está en la militancia feminista, en luchar y pelear ante las injusticias. Creo que eso es lo cambió mi mirada del mundo, y si cambio mi mirada del mundo cambio mi mirada también en las formas de trabajar y producir.

-Sé que la danza es la que hace que pueda vivir la vida como la vivo. Es la que me enseñó que por más que estemos solos, nunca lo estamos. Y siempre hay otros que están haciendo algo en mí y yo haciendo algo en otros. Creo que eso es fundamental para mi vida y mi danza. La soledad es siempre con otros, y la danza me enseñó que hay muchísimas maneras de crear mundos, aunque sea algo pequeño como una obra, o una forma de vida. La danza me ensenó que hay otros mundos posibles, y que tenemos que construir mundos un poco más habitables.

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De su infancia recordará un hecho “bastante presente” que marcó su amor y elección por la danza. Todo lo que mamó del trabajo de su padre cuando, sin entender demasiado con sus pocos años, veía muchas obras, recorría teatros y salas. Era una espectadora de historias de ficción que más tarde se parecerían a la vida misma.  

-Tiene que ver con una obra que vi cuando era muy chica. Mi papá trabajaba en el Teatro Estable Municipal y yo iba y venía viendo obras, ensayos y locuras. Una de esas obras era «La casa». Era un lugar gigante y la obra un ir y venir de un lugar a otro por una casa, y entrar en distintas habitaciones. En cada una ir encontrando diferentes escenarios, escenas, actores, actrices. Me fascinó y me voló la cabeza, siempre vuelvo y pienso que quizás por todo eso que mamé de niña, es que elegí hacer danza, obras, artes escénicas. Pienso en esa sensación que me había provocado, una fascinación y una locura porque no podía entender cómo había, en una misma casa, un montón de mundos y escenarios diferentes. Creo que eso también tiene que ver con mi modo de trabajo, confío en que un mundo mejor es posible y que se pueden construir diversos mundos y pequeños universos. Convivir en la misma casa, como en esas habitaciones, es para mí importante en la dirección y también humanamente.

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De activa militancia feminista, diversa, cultural y social, Nachi tendrá dos años en el cargo oficial para desarrollar un proyecto que bucee por otras formas de la danza. La de una joven de 25 años que mira la integración con los artistas que no viven en la Capital. La que mira a esos cuerpos que siempre fueron ajenos a la danza y hoy los quiere adentro de su proyecto. De un proyecto.   

-Pienso que hay cuerpos que son imposibles para la danza y mi apuesta siempre está ahí, en los cuerpos imposibles, los que no pueden pensarse para la danza, los cuerpos gordos, putos, maricas, tortas, camioneras. La brutalidad, lo negro, lo feo. Todo eso es algo a lo que siempre apuesto, porque en esa diversidad y en esa otra posibilidad de mundo que se da en una persona, hay un montón por aprender. Y siempre voy a apostar a construir con lo imposible.